Ensalada con cous cous y pera

Se llamaba Roderico -Rodrigo para entendernos- y fue uno de esos reyes visigodos que gobernaron en tierras celtibéricas. No mucho pero ahí lo tienes; estamos hablando de él. Llegó al trono por las bravas cuando el rey Witiza estiró la pata y tan parda se lió que el reino estuvo a mamporrazos y sumido en intrigas como de muy mala chufa.
A ver, razones no faltaban porque la verdad es que se tenían unas tirrias muy malsanas. La familia de Rodrigo se llevaba mal con Witiza y castigó a su padre cegándolo por no se qué traición. Los desterró a Córdoba y contando con parte de la nobleza que apoyó su causa, y a golpetazo limpió derrocaron al rey -al que tan bien cegó antes de finiquitarlo porque era de los que pensaba que donde las dan, las toman-. Los hijos del depuesto, pusieron pies en polvorosa y se exiliaron en Tánger.
El caso es que con tanto revuelo, los musulmanes que ya habían hecho sus pinitos cruzando el estrecho, se frotaron las manos de gozo ante la perspectiva de lograr abrir brecha, al fin, en la península Ibérica. Ya sabes el dicho: divide y vencerás.
El Rodrigo, que era muy mujeriego y se pensaba que todo el campo era orégano, echó el ojo a una jovencita de buena familia que, como a casi todas, se la mandó a la corte de Toledo a curtirse en chuflas palaciegas. Unos dicen digo y otros Diego pero a fin de cuentas, el rey deshonró a la moza; no se sabe si por las malas o con engaños y promesas de matrimonio pero a fin de cuentas, la ultrajó y con ella a toda la familia. Para que veas lo que son las famas: a esta muchacha se la conocía como doña Florinda la Cava, mote con el que los musulmanes se referían a las malas mujeres.
Así que al Conde Don Julián, padre de la desdichada y gobernador de Ceuta, le entró una tirria que no se esforzó en disimular y como no le faltaban agallas, se enredó con los exiliados del rey Witiza y otras familias nobles para ir a por Rodrigo y leerle la cartilla. Piden ayuda a los Omeya que ponen a su disposición las tropas del gobernador de Tánger, Táriq ibn Ziyad y juntos cruzan por Gibraltar con el firme propósito de hacer frente al rey Rodrigo.
Así que al Conde Don Julián, padre de la desdichada y gobernador de Ceuta, le entró una tirria que no se esforzó en disimular y como no le faltaban agallas, se enredó con los exiliados del rey Witiza y otras familias nobles para ir a por Rodrigo y leerle la cartilla. Piden ayuda a los Omeya que ponen a su disposición las tropas del gobernador de Tánger, Táriq ibn Ziyad y juntos cruzan por Gibraltar con el firme propósito de hacer frente al rey Rodrigo.
Aunque estaba entretenido peleando con los vascos, Rodrigo se dirige al campo de batalla la mar de relajado porque tiene superioridad en tropas y armas. Pan comido, debió de pensar pero cuando el jaleo comienza, muchos de sus nobles y aliados le abandonan a su suerte. Tanto pelear entre ellos es lo que tiene, levanta heridas y por aquella época el horno no estaba nunca para bollos, esa es la verdad.
Y cayó en la batalla. Todo se desmoronó y los musulmanes invadieron la península. Lo demás que aconteció, es parte de nuestra historia mal que pese a algunos.
Receta inspirada en esta maravillosa ensalada de Eugenia.
Receta inspirada en esta maravillosa ensalada de Eugenia.
Ingredientes:
- un puñado de berros o canónigos
- 1 tacita de cous cous integral
- 1 pera
- un puñado de cramberries (o arándanos secos)
- unas nueces a tu gusto
- Aliño:
limón o condimento bianco, un poco de mostaza, sal, pimienta y aceite de oliva. Opcional: unas gotas de miel si usas limón
Preparación:
- En una taza de té, pon el cous cous, añade agua hirviendo hasta que cubra, tapa y deja que repose unos 3 minutos. Destapa, añade algo de sal y muévelo con una cucharita hasta que se suelte.
- Pon en un plato o recipiente, los canónigos, pon una capa de cous cous, los cramberries, las nueces y la pera en trocitos. Aliña a tu gusto.
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