Albóndigas a la jardinera
Hoy llevo un día de tocada de pelotas increíble. Me he topado con el reel de un cura mexicano haciendo chiste de lo fácil que es hacer feliz a una mujer; dice que para ello un hombre solo tiene que ser... y se pone el tipo a recitar una sarta de despropósitos de escándalo: que si además de amigo, amante, hermano, padre (¿?) un hombre debe ser psicólogo, ginecólogo, maestro, plomero y hasta decorador de interiores. Qué chisposo el padrecito haciendo chistes flojos en el país latinoamericano - después de Brasil- con más feminicidios haciendo gala de una prepotencia machista que ralla con lo obsceno.Pero claro, es que cómo somos. Histéricas - hay quien sigue creyendo que es una enfermedad femenina-, amargadas y poco juiciosas. No nos conformamos con nada y, como aclara el comentario de un humilde parroquiano "y aun cumpliendo todos esos requisitos, al final dicen: eres muy perfecto yo quiero sentir la aventura el peligro y se van con un pendejo....mujeres".
¿Por qué esta tirria, esta inquina a las mujeres? A veces generalizada, a gran o pequeña escala, camuflada en paternalismos y casi siempre, en victimismos varios: desde qué malotas somos por no querer planchar camisas o quemar las lentejas de vez en cuando a que si no hay quién nos entienda.
Mira, no voy a entrar en los motivos por los que una pareja no funciona. Y eso que ahora mismo echo chispas porque estoy hasta las albóndigas de insistirle al Günter que se involucre más en las tareas, que respete mi trabajo doméstico, que sea más agradecido con lo que hago... y con lo que trago. Lo nerviosa que me pone ver sus torres de papeles sin valor (propaganda, publi, etc.) que se extienden de una habitación a otra, tickets en cajas de zapatos de hace más de diez años... y luego que no sabe por qué echo chispas, que es problema mío gestionar mi mala leche y que lo que debería tener es más PACIENCIA. Toma ya. Veintitantos años breando con su síndrome de Diógenes pero oye, que soy una impaciente sin sentido del estoicismo.
Mira, no voy a entrar -por segunda vez- en los motivos por los que una pareja no funciona. Pero lo mismo, va a ser importante en una relación poder expresarse con soltura y hablar de los hábitos molestos del otro sin tener que estar repitiéndolo 20 años. Lo mismo, va a ser importante cuidar las conexiones emocionales más allá del qué quieres que haga o diga. Lo mismo, también, va a ser importante no mirar a la madre de tus hijos como un híbrido entre Alexa y la Thermomix.
Lo mismo, si se tiene en cuenta que las mujeres somos seres emocionales marcadas en cada etapa de la vida por nuestras hormonas -que no locura ni infantilismo- se entendería mejor que a veces necesitamos ser escuchadas por oídos generosos que nos motiven a crecer como personas y no como madres, amas de casa y esposas. Podríamos ser mucho más si nos alentaran a mantener la ilusión. Vamos, digo yo.
PD. A quien pueda interesar: los aspavientos no los desatamos por cualquier minucia; salen cuando ya estamos hasta el moño.
Y aquí estamos como cada mes, porque hoy es domingo de reto con Homenajeblog donde nos colamos en cocinas ajenas y homenajeamos al anfitrión cocinando alguna de sus recetas. Esta vez tenemos el gustazo de hacerle los honores a Catina del blog La cocina de Catina un blog que conozco fenomenal desde hace mucho tiempo y al que tengo muchísimo cariño. Catina tiene un montón de recetas muy mediterráneas con ingredientes de su tierra lo que hace que yo muera de envidia porque desde aquí me es imposible degustarlos. Me decidí por estas albóndigas a la jardinera porque también era una receta muy de mi madre así que le he añadido algún truquillo de Maite-madre. ¡Muchas gracias Catina!
Ingredientes
Para las albóndigas:
- 3/4 kgr. de carne picada de cerdo y ternera
- perejil
- ajo en polvo a tu gusto
- miga de pan mojada en leche
- 3 huevos
- sal y pimienta
- harina para rebozar
- Aceite para freír
Para la salsa:
- 3-4 zanahorias a tu gusto
- 1/2 puerro
- 1 tomate
- 1 cebolla pequeña
- un poquito de pimiento a tu gusto
- 1 hoja de laurel
- una pizca de clavo molido
- 1 vaso de vino blanco o rosado
- 1 vaso de agua (puede que algo más)
- extracto de caldo de carne
- guisantes a tu gusto
- sal y pimienta a tu gusto
Notas:
- Mi manera de hacer la salsa cambia un poco respecto a la elaboración de Catina. Hago primero un caldo que espeso con un poco de la harina de rebozar y luego la cuajo y dejo que coja sabor con la carne, Bueno, todos los caminos llevan a Roma.
- A la salsa le añado un poco de pimiento como hacía mi madre. Sus truquillos, ya sabes.
- A la carne le pongo ajo en polvo porque el ajo se me indigesta una barbaridad y así quedan más suaves. La cantidad de miga de pan también depende de que te gusten más suaves o más carnosas. De cualquier manera quedan ricas.
- Puedes acompañarlas de patatas fritas, cocidas, al horno o puré de patata.
Preparación:
- En una cazuela, pon todos los ingredientes para la salsa y deja que cueza 15-20 minutos hasta que las zanahorias estén al dente. Intenta que sean finitas y si no, las puedes cortar por la mitad verticalmente. Una vez al dente, las retiras y las reservas. Quita el laurel, añade un poco del harina de rebozar y tritura hasta que no queden restos.
- Mientras, mezcla la carne con la sal y pimienta, el ajo y el perejil. Tritura a parte los huevos y la miga mojada en leche. Lo mezclas con la carne y haz bolitas que rebozarás en harina.
- En la misma cazuela de la salsa, pon abundante aceite y fríe las albóndigas a fuego no muy fuerte para que no se queme la harina que sueltan.
- Retira el aceite, añade las albóndigas y la salsa que tenemos reservada. Corta las zanahorias en trocitos a tu gusto y las añades también. Deja que cueza unos 10 minutos.
- Los guisantes que he usado son de lata así que no necesitan cocción. Añádelos cuando apagues el fuego. Basta con que repose todo junto unos 3 minutos para que la salsa coja cuerpo.
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