Helado de mascarpone con frutos rojos

Querido lector, imagino que te la trae al pairo pero, aún a sabiendas, tiro de tecla con la intención de escribir con enconado empeño -más o menos- sobre mis rollos cotidianos que no son ni más ni menos que los de cualquiera, para qué mentir, porque no puedo argumentar ningún bien social ni cósmico ni ná de ná; escribo por salud mental, por aflojar cosillas y por dejarlas escritas para el futuro porque cuando tiro atrás de este blog y leo la infancia de mi hijo pequeño, las declaraciones de amor que antes, cuando era mejor persona, lanzaba sin ton ni son al mundo... ¡Cachis! Cuántos recuerdos de una Maite que me suena lejana, feliz con poca cosa y más entregada, no sé, más algo de lo que soy ahora.

Pero este es otro melón que hoy no tengo ánimo de rebanar. Yo vengo a decirte que vendí mi vieja bici a una estudiante de geología. No me ha costado nada sepárame de ella; pensé que me iba a raspar el sentimentalismo pero oye, me he quedado tan pancha y es que ya estaba muy limitada con ella, no me ayudaba en nada al subir las cuestas o recorrerme la ciudad haciendo recados. También había dejado de hacer escapadas al pedal con los chicos y después del año tan durillo que estoy teniendo hacerme con una nueva era casi un gesto desesperado de necesidad... en fin, que no quiero ponerme dramática, pero me he pasado a la e-bike aprovechando una oferta fantástica a través de la universidad.
Esto es otra liga, en serio. Menudo cambio. Ya no tengo que mendigar que me lleven o me traigan. Ya no tengo limites; puedo ir a donde quiera, cuando quiera y cargar cuanto quiera siempre que los límites de mi cesto y de mi mochila me lo permitan. Se acabó que el corazón se me ponga a 170 pulsaciones en las cuestas. Se acabó el quedarme en casa cuando ellos se van de excursión. Este verano no me he quedado ni un día en casa sin pedalear y hemos estado en unos sitios maravillosos, sin coches, solo bicis y rodeados de una calma brutal.

Y me ha llamado la atención la cantidad de e-ciclistas con los que nos hemos cruzado; mucha más gente de cierta edad donde este tipo de bicis les brinda la oportunidad de hacer estos viajes con casco y pedal, pudiendo organizar varias etapas sin terminar con el cuerpo roto pero disfrutando a tope de hacer ejercicio y pasar unas vacaciones de lujo.
Una de estas escapadas -tres días por el Thayatal- ha sido de lo mejor que he disfrutado hasta el momento. Se trata de un circuito de 5 etapas por la ribera del río Thaya entre Baja Austria y la R. Checa. Parte de la ruta, es por una antigua vía ferroviaria que tras haberle quitado las vigas, han dejado a las bicis un camino maravilloso, plano, silencioso, con un montón de tramos de descanso, e incluso zonas de baño en el río y una plataforma de madera donde puedes cruzar el río tan ricamente.

El hotel lo teníamos al otro lado de la frontera en la parte Checa, en Slavonice, un sitio precioso que forma parte de la Bohemia meridional lleno de encanto con ese aire a pueblo de antes que se resiste a la modernidad presente solo en los bazares de los chinos del centro donde nos agolpábamos los cicli-turistas. Un par de calles más allá, las gallinas campaban a sus anchas.

En fin, que mi nueva bici me ha devuelto la ganas y eso es un señor logro. Estoy muy contenta y más cuando hago con mi hijo Lucas helado casero, bien ajustado de azúcar que en casa no están acostumbrados a las cosas muy dulces. Mejor, más sanote... "más proteínas, mamá" como me dice mi hijo :-)


Ingredientes para 1 litro de helado:
  • 200ml. de nata sin montar
  • 250gr. queso mascarpone
  • 100ml. de leche fresca
  • 150gr. de Sauerrham o yogur
  • 175gr. de leche condensada
  • vainilla
  • Frutos rojos a tu gusto (frambuesas, moras, grosellas, arándanos...)
  • Opcional: una cda. colmada de mermelada casera de frutos rojos

Notas:
  • Sobre la cantidad de leche condensada: al llevar los frutos que son algo ácidos lo golosos es posible que necesiten la lata entera (suele ser de 330ml.) pero en casa no gusta el helado tan dulce y en esta ocasión lo compensé con una buena cucharada de mermelada casera.
  • Si lo vas a hacer sin heladera, puedes reemplazar la leche fresca por 100ml. más de nata sin montar.

Preparación:
  1. En un recipiente amplio, y con ayuda de la batidora monta la nata y el mascarpone. Añade después la leche, el yogur, la leche condensada y termina con la vainilla y los frutos rojos. Si optas por ponerle la mermelada, ahora es el momento.
  2. Si lo vas a hacer en heladera, añade este preparado como siempre en la cubeta helada.
  3. Si lo vas a hacer sin heladera, reserva la nata y el mascarpone ambos montados y cremosos para añadir al final y elimina la leche fresca (lee las notas). Lo pones en un recipiente con tapa que puedas meter en el congelador y deja que se congele (unas 5-6 horas).

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