Ensalada de pasta y atún con calabacín

diálogo 
Del lat. dialŏgus, y este del gr. διάλογος diálogos.

1. m. Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos.
2. m. Obra literaria, en prosa o en verso, en que se finge una plática o controversia entre dos o más personajes.

3. m. Discusión o trato en busca de avenencia.

¡Menudo melón! Dialogar, qué manido y deslucido y exprimido y espachurra'o de tanto malusarlo y maldecirlo y malquererlo. Recurrimos a él con ahínco y tesón pero casi siempre para usarlo en plan besugo o en modo sordera. Porque a parte de no saber manejarlo, confundimos razones con derechos, con despropósitos, hechos con opiniones, axiomas y verdades reducidas a su mínima expresión, sin contexto alguno, sin na'bueno, y así, a lo tonto, se usa para colarnos mentiras y medias verdades y certezas manipulables con el fin, no ya de entendernos sino todo lo contrario; nos quieren peleados y amorales, nos agitan como avispas en el avispero.

Acabo de leer a un jacho en Twitter y todos sus comentarios, que pretenden ser cátedras del buen saber, están tan llenos de "ismos" que se hace tarea imposible adivinar a donde pretende llegar con tanto nacionalismo, y socialismo y comunísimo y liberalismo y materialismo e individualismo y... y paro que me da fatiga. Y todo ¿pa'qué? pues pa'na, salmuera sin sal, maniqueo puro y argumentaciones plagadas de clichés y nuevas palabras inventadas para decir lo mismo pero sin que lo parezca. ¿Pero por qué no sabemos dialogar?
Pues muy fácil, porque cuesta esfuerzo. Para dialogar hay que ceder la palabra, escuchar admitiendo los argumentos ajenos aunque no los compartas, discrepar con sensatez sin recurrir a la crítica personal, sin poner etiquetas ni prejuzgar. Hay que tener en cuenta los contextos y admitir que verdades hay tantas como razonamientos y experiencias; hay que ser crítico con uno mismo cuando toque sin que ello signifique traicionar tus ideas. En fin, que hace falta un montón de cosas que aburren a la gente porque no da espectáculo y encima te obligan a pensar. !Qué osados!

No me lo tomes a mal, pero como dialogar en un país donde la envidia está tan blanqueada, tanto, que las cosas que uno admira son envidiables y nos hincha de orgullo que alguien nos suelte un "jo, qué envidia me das". El sumun. Un país donde al pasar un ferrari la gente piensa más a menudo con un "anda y que se estrelle" que con un "ojalá yo pueda tener uno". Y encima, somos de dormir con la escopeta cargada que muchas veces uno abre la boca para dar su opinión y se le cose a perdigonazos antes de que pueda exponer sus razones. Y esto no es nuevo, no son los jóvenes, no es ahora. Lee algo del SXIX y te toparás con estos mismos rotos que llevamos a cuestas desde hace qué se yo. Así somos.

“En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”. Antonio Machado


Ingredientes para 4:
  • 2 calabacines en trocitos menudos
  • algo de aceite de oliva para saltear los calabacines 
  • sal de especias
  • 400gr. de pasta cocida en agua con sal
  • 1/2 cebolla morada
  • tomates cherry a tu gusto
  • 1 lata de atún en aceite de oliva
  • 1 ó 2 huevos duros
  • aliño: el aceite del atún, vinagre, unas gotas de miel, sal y pimienta

Preparación:
  1. Saltear los calabacines troceados con un poquito de aceite de oliva y sal de especias. Reservar.
  2. Al tiempo, cocer la pasta en abundante agua con sal. Cuando esté al dente, escurrir y escaldar con agua fría.
  3. Pon la pasta en un recipiente y añade todos los ingredientes. Aliña y listo.

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