Ensalada de garbanzos de Casa Carmen

Yo de momento, no te voy a decir quien soy, lo dejo pa'el final pero lo mismo por el camino me descubres porque mi vida ha si'o de libro y es que antes las cosas pasaban de otra manera, ya sabes, todo más enrevesa'o y además quiso el destino que mi vivir estuviera siempre cosido a las cosas del torear, del baile y del cantar. 

Tuve la suerte de crecer en una época en que el baile era cosa de mucha importancia, muy majestuoso y elegante; nada que ver con los tablaos de turisteo que vinieron después haciendo uso de mucho ruido y picardías pero de poco talento. Puede que esté algo creída, no puedo decir que no pero es que en esos tiempos tuve el mundo a mis pies.

Fui la niña de la Mejorana, que me trajo al mundo en el barrio sevillano de la Alfalfa y en la mismita casa del Espartero, que ya es casualidad. Mi madre fue la mejor artista de flamenco que pisó los tabla'os; tenía un arte que se le salía por todos sus poros y quiso Dios que este talento suyo también se le escapara por el vientre cuando me parió y me quedé con eso pa'tos los restos. 

Mi padre era un sastre muy reconocido que vestía a toreros como al Cúchares, Reverte y Bienvenida. ¡Qué sé yo cuántos! Y allí estábamos requetebién; pero nos tuvimos que ir a los Madriles porque mi padre enfermó y al poco comenzamos a pasar privaciones y fatigas. Ayudaba como podía fregando escaleras hasta que en un bautizo bailé unas sevillanas y dejé a todo el mundo tonto. Me ofrecieron bailar en el Japonés y de ahí a terminar de musa de Manuel de Falla y estrenar su Amor brujo pasó en un visto y no visto. O no, porque entre medias me atacó el amor a lo loco y casi sin darme tiempo a , se marchó dejándome con un gazpacho que qué se yo.
Cuánto amé a Rafael solo el de arriba lo sabe y qué mal me pagó esta devoción. Celoso a rabiar y gitano de la vieja escuela, me encerró en la casa con su madre y sus hermanas viendo la luz del sol tan solo desde un pequeño patio donde, embutida en un mandil con faltriquera, solo se me permitía coser y bordar. Mi madre, a saber porqué, se propuso romper mi matrimonio y mandaba anónimos a mi marido que le hacían enfurecer y, claro, me molía a palos sin querer escuchar razón alguna. Ni mi señora suegra ni mi cuñada ayudaron a parar estas palizas, al revés, parecían satisfechas de que el hombre de la casa me pusiera en mi sitio, me bajara los humos de reina mora y de paso, arreglar cuentas con el pasado porque la repugnancia que mi suegra sentía por mí no era normal.

Pero no, a reina mora no hay quien me gane y en menos de una año salí de aquella casa de mala manera. Y nunca más. Ni un roce ni un acercamiento. Y sobre este particular siempre guardé silencio aunque las lágrimas me persiguieron la vida entera. Si preguntas por los mentideros de Madrid te dirán que mi madre bebió los vientos por el torero Fernando Gómez, el Gallo mientras mi padre la pretendía y que la ruptura con uno coincidió con el casamiento con el otro y que yo llegué antes de lo que cabía esperar. Y este torero, maldita sea mi suerte, no es otro que el padre de mi marido, Rafael Gómez, el Gallo. Dicho queda.

Y por si fuera poco, el amor me atacó una vez más y de nuevo con gazpacho de por medio.  Conocí a Fernando, Duque de Dúrcal y primo del rey cuando estrenamos el Amor brujo y tuve la mala fortuna de quedarme embarazada. O eso yo creía entonces porque no he tenido mayor regalo en esta vida que mi hija Rosario, y mis nietos, y mis bisnietos. Pero en ese momento, aunque Fernando quiso reconocer a la niña, yo solo pensaba en evitar el escándalo y con ésto, Rafael me ayudó reconociendo a la niña y dándole sus apellidos a pesar de llevar separados varios años. Pero mi hija siempre prefirió llevar mis apellidos, porque solo sintió amor y orgullo por su madre, quien en mis buenos tiempos, presumí de oler a horada desde lejos. Pero así tuvo que ser. No hubiera sido tan feliz de haber cumplido con mis principios.
"Nosotros, los gitanos, no amamos más que una vez. Entregarse a una persona es un acto de iglesia; si uno se equivoca, como me he equivocado yo, no queda más camino que secarse de pena." Pastora Imperio.
Y hoy es domingo de reto, de Homenajeblog  y estrenamos nueva temporada donde cada mes nos volveremos a colar en cocinas ajenas y homenajearemos al anfitrión cocinando alguna de sus recetas. Arrancamos homenajeando por segunda vez a Carmen del blog Recetas Casa Carmen un sitio maravilloso con un montón de recetas estupendísimas y muy sanas, muy andaluzas con sabores muy nuestros. He hecho esta ensalada de garbanzos porque me quedé con ganas la vez anterior así que no lo dudé ni un momento, Y menudo acierto, ¡ Gracias Carmen!


Ingredientes:
  • 350gr de garbanzos cocidos
  • Atún en lata a tu gusto
  • Pimiento verde a tu gusto
  • cebolla morada o cebolla dulce para ensalada
  • 1 tomate
  • Un puñadito de tomatitos cherry
  • Aceitunas a tu gusto
  • Algunas alcaparras
  • 1 diente de ajo o ajo en polvo
  • queso fresco a tu gusto
  • Aliño: aceite de oliva, vinagre de vino, pimienta y sal

Nota:
  • La receta de Carmen lleva maíz pero lo he sustituido por unos cherries amarillos de mi huerto, que tienen un sabor dulce maravilloso.
  • Le puse ajo en polvo porque no me gusta que predomine mucho el sabor del ajo en las ensaladas.

Preparación:
  1. En una fuente o el recipiente en el que vayas a servir, pon los garbanzos escurridos, el pimiento y la cebolla cortada en muy fino, el atún, un tomate rallado, los tomatitos cortados en cuartos y las alcaparras cortaditas en menudo.
  2. Añade el aliño y el ajo, lo mezclas bien y terminas añadiendo el queso y las aceitunas.

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1 comentario

  1. Querida Maite, tus recetas suben de categoría con ese fondo literario que les pones y esta ha ganado puntos en tu blog.Muchas gracias por visitar mi cocina y engrandecerla.Bss

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