Vichyssoise

El trece de julio de 1793 o el trece de mesidor del año I de la revolución, Charlotte Corday aporreaba la puerta de Jean-Paul Marat. Una empleada le niega el paso; después se encara con la esposa; el revuelo llega a Marat que toma un baño para calmar el picor de la afección cutánea que le hace rabiar; pide que dejen entrar a la joven quien dice tener el nombre de varios traidores; Marat toma nota de los desdichados y le promete que en breve probaran la guillotina; Charlotte saca un puñal de entre sus ropas y se lo clava en el corazón; se la llevan presa, dice que ha cumplido con su deber y que su destino no importa; cuatro días más tarde muere guillotinada; el verdugo, maratista convencido, coge la cabeza de la desdichada y le da un par de bofetadas cosa que le cuesta tres meses de cárcel por su falta de profesionalidad.

Pero ¿por qué? ¿qué locura es ésta?

¡Pues qué va a ser! Hacía cuatro años de la llegada de la revolución, siempre feroz y con ganas de sangre, siempre dispuesta a llevarse por delante primero a los enemigos y luego a cualquier amigo que disienta, muertes y atrocidades aclamadas en nombre de la patria porque las revoluciones siempre son así. Siempre. Pero siempre.
Marat fue un revolucionario mayúsculo, bastante soberbio y con un afán extraordinario de notoriedad. Desgraciadamente, se hizo un nombre a costa de calentar los cascos a los franceses y reclamar la cabeza de cualquiera que no compartiera sus ideales. Fue médico y buscó hacerse un nombre con la misma nobleza que luego pasó por la cuchilla -y sin despeinarse- pero no alcanzó la fama que él ambicionaba. Pasó a ser científico pretendiendo revolucionar la ciencia y entre otras cosas, lo intentó rebatiendo a todo quisqui sin pudor ninguno y aunque no se le consideró un charlatán tampoco logró destacar demasiado.

Hasta que llegó la revolución y empezó a editar un pequeño periódico en papel barato que escribía él mismo y así fue como se ganó al pueblo parisino. Alcanzó la gloría deseada por fin gracias al "L’Ami du Peuple". Y bajo ese disfraz de amigo del pueblo se labra una imagen muy concreta de sí mismo:  honesto intachable, salvador de la patria incapaz de mentir al pueblo por muy dolorosa que sea la verdad. Y así, empieza a despacharse a gusto, de nuevo, contra todo quisqui.
Por supuesto, sus grandes enemigos eran los monárquicos. No había guillotinas suficientes en Paris para ajusticiar a tanto noble o a cualquier sirviente de notable. Junto con Robespierre y Danton, Marat fue líder del partido jacobino siendo de la fracción más radical del mismo y eso que representaban a los revolucionarios más febriles. Eran enemigos de los girondinos, partido más moderado y federalista que no postulaba por derrocar la monarquía sino pretendía recortar su poder y privilegios. 

El caso es que estaban a la gresca y te lo resumo que la revolución francesa da para varios tomos: se cargan al rey, hay revueltas y enfrentamientos con los girondinos, los jacobinos dan un golpe de estado e imponen el terror en todo el país persiguiendo y ajusticiando a golpe de guillotina a cualquiera sospechoso de monárquico o contrarevolucionario. 

Y así es como una joven de 24 años, de buena familia de clase media, se deja arrastrar por los acontecimientos, por ese giro inesperado y abrupto de la historia que ha dejado ríos de sangre a su paso. Siente que su vida no vale nada pero que la revolución, si es a costa de tanta sangre, no merece la pena y la única forma que conoce para cambiar el rumbo de los acontecimientos es derramando los leucocitos de Marat a quien culpa por aquello de tener la pluma cruenta.

Y como no podía ser de otra manera, ya descabezada la desdichada, comprobaron su virginidad porque no daban crédito de que ella por sí misma, fuera capaz de tales actos sin ayuda de un amante manipulador y cerebro del atentado. Y luego que por qué estamos hasta el papo.
Ingredientes para 4:
  • 1 puerro grande
  • 2-3 chalotas
  • 3 patatas medianas
  • más o menos 500ml. de caldo  (boubillon) de pollo o verduras
  • 150ml. de leche (si usas nata no hace falta)
  • 2 cdas. de crème fraîche, sauerrham, o crema agria (en su defecto, 150ml. de nata líquida) 
  • Sal y pimienta
  • algo de mantequilla para saltear 

Preparación:
  1. En una cacerola, pon un poco de mantequilla y rehoga el puerro y las chalotas. Añade las patatas cortadas en fino y riega con el caldo y la leche. Si vas a usar nata, no hace falta que le añadas leche.
  2. Una vez que la patata está tierna, lo trituras añadiendo la crème fraîche. Salpimienta a tu gusto.

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