Pasta con calabacín y jamón york
propósitoDel lat. proposĭtum.1. m. Ánimo o intención de hacer o de no hacer algo.2. m. Objetivo que se pretende conseguir.3. m. Asunto, materia de que se trata.
Y es que parece que estamos en este mundo por casualidad -y no digo que no- como si fuéramos un pequeño eslabón en la cadena de cosas superiores que no entendemos porque lo cierto es que no tenemos ni pajolera idea del porqué nacemos y morimos. ¿Somos un accidente de la creación?
Supongamos que dios existe: pues entonces somos uno más de sus juguetes. Las distintas religiones dicen que somos sus favoritos pero para ser francos, ningún dios se ha portado cariñoso y protector con la humanidad. Dioses rencorosos, celosos, déspotas... ¡menudo sindiós! y del dios monoteísta, el de las antiguas escrituras, eso ya es de psico thriller. Se estima que en tan trágico libro, dios se carga sin pestañear a casi tres millones de personas, y esto sin contar a las víctimas colaterales, los sin nadie a los que ni dios les dedicó una mirada cuando lo del diluvio, las plagas o los muchos que quemó o enterró vivos por castigos insignificantes o injustos. Y luego nos extrañan las atrocidades y genocidios cometidos en su nombre. Pero a ver, dicen que estamos hechos a su imagen y semejanza.
Ahora supongamos que dios no existe: es decir, que nacemos solos -por lo que sea- y carecemos de propósito alguno, sin objetivos previos, libres para ser o no, porque lo mismo optamos por vivir como zombis. O algo peor. Pero libres.
Imagina: una copa fue creada para contener un líquido y una sartén para freír comida. Ellos sí que tienen un plan y no pueden aspirar a mucho más. Pertenecen a sus creadores. Pero nosotros no. Imagina qué peligro, una humanidad que tiene la libertad de ser responsable de sí misma con la capacidad de elegir si someternos a otros o no, si vivir con los ojos abiertos o cerraros. La píldora roja o azul de Matrix.
... el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y después se define. […] El hombre no es otra cosa que lo que él se hace.Jean Paul Sartre
Quizá la libertad es esta falta de propósito prenatal y las metas que nos ponemos en la vida son las etiquetas que nos definen, como dice Sartre. Y quizá la libertad pura es la que conlleva la paz porque nadie queremos que nuestros hijos mueran desangrados en una cuneta o que reviente media tonelada de explosivos en un hospital infantil. No queremos dolor ni olor a escabechina. Si fuéramos libres, lo mismo renegaríamos de esos dioses crueles, caprichosos y vengativos que son el estandarte de los sedientos de poder, los ultranacionalistas que se creen por encima de los demás, superiores y herederos de la tierra a costa de barrer a los ninguneados.
Si fuéramos libres, podríamos redefinir a dios y nunca a imagen y semejanza de los déspotas. Un dios de todos los colores, sexos y credos. No habría libros sagrados ni libros prohibidos pero sí nos instaría a reflexionar sobre el respeto que no requiere de simpatías ni guiños. Aspiraríamos a pensar más por nosotros mismos, a tener nuestros propios sueños y no los que nos venden los anuncios publicitarios.
Pero esto es una quimera. Ningún poder real va a autoinmolarse a favor de un dios flojo y permisivo. Seguirán matándonos a su antojo y nos harán creer que lo hacen por nuestro bien, nuestros valores y nuestra propia existencia. Y de cada vez, caeremos en la trampa como si el mayor propósito de la humanidad sea tropezar siempre con la misma piedra.
Ingredientes (para 4 raciones)- 500gr. de pasta
- 1-2 calabacines a tu gusto dependiendo del tamaño
- 125gr. de jamón tipo york
- medio vaso de vino blanco
- ajo en polvo (o 2 dientes de ajo enteros que al final retirarás)
- sal de especias
- 3-4 cdas. de queso parmesano a tu gusto
- algo de aceite de oliva
- opcional: 3 cdas. de nata líquida para darle cremosidad al queso
- algo de agua de la cocción de la pasta
Preparación:
- Cuece la pasta como siempre, en abundante agua salada hirviendo.
- Mientras, en una sartén grande con algo de aceite de oliva, saltea los calabacines con piel, sin semillas y en trozos muy menudos. Añade el ajo en polvo y sal de especias a tu gusto.
- Añade el jamón cortado fino y el vino. Deja que reduzca un poco. Añade después el queso parmesano, la nata y un poco del agua de cocer la pasta.
- Por último, añade la pasta al dente y remueve con la salsa ya fuera del fuego.
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