Ensalada de patata y pimiento asado de Forges

engañifa
1. f. coloq. Engaño artificioso con apariencia de utilidad.

Estas patatas no son lo que yo creía cuando las compré; eran tan bonitas, de piel tan fina y limpia... nada, que me entraron por los ojos y tras comprobar que eran aptas para ensalada -así es, aquí en Austria hay tres categorías: puré, ensalada y acompañamiento- me las empaqueté y pa'casa. Fue cocerlas, empezar a pelarlas y las muy canallas comenzaron a deshacerse en mis manos. Eran de puré, harinosas como las orejas de un molinero e insaciables como una bandada de mosquitos en vacaciones, porque por mucho aliño que eches, las muy rastreras se empeñan en dejar los gaznates secos como pasas.

Pero la engañifa fue a más. Aproveché y asé varios pimientos tipo morrón, casi dos euros pagué por cada individuo y resultó que estaban más sosos que un pan sin sal, una pechuga de pollo de hospital o algo peor. Gracias a dios, el aliño se salvó: aceite de oliva cordobés y vinagre de Jerez porque no todo van a ser desgracias.
Y es que estaba emperrada con esta ensalada desde el momento que se la vi a Carlos Dube que tuvo a bien rescatarla de entre las viejas recetas de su madre y que ella, a su vez, tuvo a mejor tomar nota cuando la escuchó en la radio del gran Forges y  hace de esto más de 40 años. Soy fan del excelentérrimo Forges de toda la vida. Recuerdo a mi padre llorar de risa con sus viñetas y eso que no dejaba puntada sin hilo, con ese humor ácido, agrio y hasta amargo que con tanto talento retrataba a la especie española tan consagrada en cuerpo y alma en jorobar al vecino, siempre con la escopeta cargada para lo ajeno y de piel fina para lo propio.

Y nos pintaba de tal guisa que hasta nos cogíamos cariño a lo "si es que hay que quererlos, coila" y ese hueco se nota porque desde que no está somos más viles e incluso, diría yo, que hasta más imbéciles. Si cabe, claro, porque yo ya no sé y ya no tengo cuerpo para casi nada. Pero para estas ensaladas sí, siempre, que no falten, sin importar si son de filfa o pura engañifa, porque a algo hay que agarrarse y ya que hoy es imposible creer en dios, en la humanidad ni en la ciencia -hace unas cuantas recetas atrás ya te hablé del engañabobos de los "estudios refutados afirman que"- pues decía, que a falta de credo yo me acojo al santo Omega3 al que como un penitente en semana santa, me encomiendo para conseguir ser más feliz o más naif o más nefelibata o cuando menos, aspirar a ser o estar menos chunga.


Ingredientes:
  • 2 patatas medianas por persona
  • 2-3 pimientos rojos a tu gusto
  • 1 cebolleta a tu gusto
  • aceitunas negras
  • aliño: comino, 1 ajo, aceite de oliva, vinagre (mejor de Jerez) y sal

  1. Cuece las patatas en agua con sal. Las pelas, las cortas y dejas que enfríen.
  2. Asa los pimientos al horno (180ºC) con un poco de aceite de oliva. Deja que enfríen y les quitas la piel.
  3. Haz el aliño machacando el ajo y el comino, añadiendo luego el aceite, el vinagre y la sal a tu gusto.
  4. Monta la ensalada con todos los ingredientes y añade el aliño.

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