Pelotas de calabacín y pan rellenas de queso

Esta historia que te voy a contar es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. O casi. En 1995, en Pittsburgh, un tipo llamado McArthur Wheeler atracó un par de bancos a cara descubierta sin importarle ni un rábano que las cámaras de seguridad le hicieran un par de primeros planos de su geta. Claro, le pillaron rápido. Él negó los robos, la policía le enseña las grabaciones y aquí el tipo flipa en colores: "No puede ser, pero si me froté la cara con zumo de limón". La policía, alucinada, no da crédito a la historieta que les cuenta el Wheeler:

Resulta que estaba de cháchara con unos colegas, imagino que dándole a la maría o algo peor, y así a lo tonto empezaron a tomarle el pelo. Le contaron que había una manera infalible de hacerse invisible ante cualquier cámara. Del mismo modo que el zumo de limón funciona como tinta invisible, también evita que una cámara te retrate. "Menudo chollo" pensó el mendrugo y para estar seguro hizo una prueba con una polaroid antes de planificar el atraco. En este punto del interrogatorio, la policía pudo constatar que además de zote, el ladrón era un inútil total para la fotografía.

Este suceso llego a oídos del Profesor David Dunning, que se dedicaba a la psicología en una universidad de N. York y junto con uno de sus alumnos -un tal Justin Kruger- idearon un estudio curioso; ¿La incompetencia es tonta o es la tontuna la que nos hace incompetentes? No lo plantearon así con estas mismas palabras pero el test iba por estos derroteros. El caso es que hicieron un montón de pruebas de distinta naturaleza: de aritmética, razonamiento lógico, humor... hasta tiro al plato. En fin, un poco de todo. En todas ellas, quedaba de manifiesto que la gente que tenía menos conocimiento del tema era la que más alto se valoraba así misma y tendía a menospreciar al resto. En cambio, los altamente cualificados eran más críticos consigo mismos y tendían a valorar con holgura a los demás.
Y es que, como decía el Profesor Dunning, si eres incompetente no puedes saber que no eres competente. Cierto. Pero claro, los dilemas, sudar la gota gorda y las meteduras de pata que todos acaudalamos con los años, nos van templando los humos aunque de niños tendemos a escuchar mal los consejos y aprendemos a las bravas, a golpetazo limpio. A la que uno crece, le damos más vueltas a las cosas, supongo que valoramos mejor el esfuerzo,  y eso hace que nos cuestionemos más a menudo nuestras capacidades aunque lo cierto es que seguimos aprendiendo como cuando éramos críos, a golpe de errar y darnos con nuestra incompetencia de narices. 

Pero no todos ¿verdad? Qué pasa con esa gente que tiene complejo de superioridad, que no admite sus errores y siempre culpabiliza a los demás o simplemente desacredita los méritos ajenos haciendo de menos y ninguneando al personal. Qué pasa con estos personajes que todo lo saben pero de nada aprenden. Ni escuchan y aún así dicen conocerte mejor que nadie. Y para demostrar sus premoniciones, te van poniendo zancadillas por el camino para que todos vean que él tiene razón y tú eres un patoso inmundo. ¿Son simples zotes víctimas de su propia ignorancia o arrogantes empedernidos que prefieren sacrificar sus virtudes con tal de seguir alimentando su ego?

Ahí lo dejo porque no sé la solución. No sé si esta peña tiene remedio. Lo que sí sé, es que lo mejor que se puede hacer en la vida, es arrimarse a la gente que nos inspira, comparte sus experiencias, nos enseña y si encima nos aprecia, pues mejor aún. A los que nos hacen sentir pequeños e insignificantes y nos dejan siempre encima ese tufillo de ir defraudando por el simple hecho de existir... ainsss, noooo, a estos mejor de lejos que dan mucha fatiga. A disfrutar que es el "plan" de cada día :-P

Ingredientes:
  • 600gr. de calabacín rallado o picado
  • 200gr. (puede que algo más) de pan viejo en trocitos menudos
  • 70gr. de queso parmesano
  • 1 huevo
  • Ralladura de limón
  • Nuez moscada
  • Sal y pimienta
  • Queso de sabor suave que funda bien (mozzarella, gouga, manchego, etc.)
  • Pan rallado para empanar
  • Abundante aceite para freír

Preparación:
  1. Pon todos los ingredientes (menos el queso y el pan rallado) en la procesadora de alimentos. Si no tienes trituradora, lo mezclas a mano con el calabacín rallado y el pan en trozos pequeños. Deja que repose en un lugar fresco unos 15 minutos para que el pan pueda absorber los líquidos. Tiene que quedar una masa manejable. Si la ves muy blanda, añade un poco de pan rallado y vuelve a dejar reposar.
  2. Coge de esta masa con una cuchara sopera y haz una pelota. Le introduces un trocito de queso y la rebozas en pan rallado. Si no quieres complicarte la vida, puedes hacerlas sin rellenar de queso porque también salen estupendas.
  3. Pon abundante aceite (preferible de oliva) a calentar y fríe cada pelota. Una vez frita, deja que elimine exceso de aceite sobre un papel absorbente de cocina. Listo

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1 comentario

  1. Hasta los más listos de la tierra, y no dudo que lo sean, deberían hacer alguna vez autocrítica para valorar en algo a los más tontos, que de todos se puede aprender, en último caso, para saber lo que no hay que hacer.
    En cuanto a esas bolas, listas o no, están para robarlas, todas.
    Bss

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