Capítulo 2: historia del chocolate
Y como siempre que se cuenta una historia nos remontamos a muuuchos muchos años atrás. El chocolate más viejo del mundo ( o lo poco que queda de él) se ha encontrado en unas vasijas precolombinas que datan de unos 6 siglos A.C, lo cual nos orienta bastante sobre la afición de los mexicanos antiguos a esta bebida. Aunque se especula que el consumo del cacao, llamado por los aztecas cacahuatl , debió de ser inicialmente troceado y masticado, lo cierto es que es el xocolatl, bebida llamada agua agria, es la que más se extendió en la cultura Maya y Azteca como brebaje mágico y divino. Tanto, que solo podía ser consumida por nobles y guerreros. La recolección de sus frutos estaba también muy impregnada de ritos, como por ejemplo, hacer que los recolectores no durmieran con mujeres los días próximos a la cosecha para que las semillas de cacao se impregnaran del vigor de sus cosechadores.Curiosamente, a Cristóbal Colón no le llamó la atención esta bebida amarga y espumosa. Como buen comerciante, solo se interesó por las semillas de cacao que eran usadas como moneda. El año en el que Hernán Cortés llegó al Nuevo Mundo, coincidió con el año de ce-acatl, es decir, el tiempo en el que el dios Quetzalcoatl había dejado anunciado que regresaría por el mar. No es de extrañar que Moctezuma confundiera a Cortés y su reluciente armadura con la reencarnación de la serpiente emplumada, e hizo que recibiera trato de deidad ofreciéndole el elixir de los dioses. El conquistador no tardó en comprender las posibilidades de esta bebida, la cual hacía que sus hombres aguantaran duras jornadas por la selva sin consumir alimento alguno excepto una buena ración de este brebaje.
Hernán Cortés notifica el hallazgo al rey español y envía a España instrucciones y todo lo necesario para cultivar el árbol de cacao. Fueron los monjes del Monasterio de Piedra de Zaragoza los que lo elaboraron manteniéndolo en secreto durante casi siglo. Y así es como se inició su expansión por Europa, de la mano del clero. El papa Pío V declara que la ingestión del chocolate no corrompe el ayuno y comienza a extenderse su uso como bebida revitalizante. Monjitas españolas se establecen en México con el fin de tratar el cacao formando bloques sólidos que facilite el largo viaje trasatlántico y su elaboración en España. Y los jesuitas fueron los primeros en abrir una ruta comercial de cacao entre el Nuevo Mundo y Europa.
Pero el chocolate aún estaba lejos de ser la rica y dulce bebida que hoy conocemos. Los indios originarios lo consumían amargo mezclado con agua, canela, vainilla y chili. Poco a poco se fue adaptado a los gustos europeos y el primer ingrediente mágico en añadirse fue el azúcar. En México, las monjitas establecieron un proceso de elaboración que consistía en tostar, descascarillar y moler el grano. La masa obtenida era molida de nuevo y mezclada con mucho azúcar, canela, vainilla, almizcle y colorantes. Pero no fue hasta bien entrado el siglo XVII cuando se empezó a citar los brebajes de chocolate en tratados médicos: se le añadía otras especias como anís, clavo y pimienta para hacer más agradable su sabor.
El paso de brebaje tonificante a manjar culinario hay que agradecérselo a la nobleza. El chocolate se había popularizado como bebida ardiente, pasional y lujuriosa obligando a algunas voces de la iglesia a proclamar sus malhechores efectos como “violento inflamador de pasiones”. Casanova y el Marqués de Sade fueron verdaderos adictos al chocolate. A la corte francesa llego de la mano de Ana de Austria, hija de Felipe III de España y esposa de Luis XIII que lo popularizó de tal manera que en muy poco tiempo se consumía con entusiasmo en Alemania, Austria e Inglaterra. En el siglo XVIII llegó el siguiente hito fundamental en su evolución con la incorporación de la leche reemplazando el agua. Poco después, la revolución industrial se hizo eco en la elaboración del chocolate que empezó a fabricarse por primera vez de forma industrial en Francia. Ambos hechos, hicieron que el chocolate por fin dejara de ser una bebida consumida exclusivamente por la clase alta para convertirse en el más famoso y rico dulce accesible a todos.
El siguiente paso, no tardaría en llegar y sería la elaboración del chocolate no para ser bebido, sino para comerse sólido en pequeñas raciones. Este proceso de solidificar el chocolate para obtener tabletas se realizó en 1819 en la ciudad inglesa de Birmingham, bajo el nombre Chocolat Delieux à Manger. Años después, el alemán inmigrado a Suiza Henri Nestlé inventó la barra de chocolate con leche aunque su mayor inventó resultó ser la leche concentrada infantil que salvó miles de vidas de pequeños bebés que no podían ser alimentados por su madres.
El último gran milagro chocolatero es la invención del cacao en polvo de la mano del holandés Coenrad Van Houten, quién a principios de siglo XIX idea una prensa hidráulica capaz de prensar los granos de chocolate hasta extraer su componente graso, la manteca de cacao, y dejar el rico chocolate convertido en un polvo ligero y suelto. Y hasta aquí la vida de este rico alimento. Bien mirado, esta historia no deja de ser una serie de credenciales más o menos veraces pero poco o nada te vengo a contar de sus misterios, locuras y de por qué nos apasiona tanto...
..si quieres saber más sobre el chocolate
Publicar un comentario