Ensalada de patata y alubias

junio 09, 2025
Según Ángel Martín, hay tres cositas muy facilonas que podemos hacer para ser mejor persona porque la verdad es que a lo largo de la vida, son cosas que no nos suelen decir y es posible que por eso haya tanto botarate desbocaó por el mundo. Como no cuesta nada compartir, pues aquí te dejo estos consejos a ver que tal:

El primero; cuando viajes en trasporte público, silencia las putas notificaciones porque es verdad que mola mucho tener gente que te manda muchos mensajitos pero dan bastante por saco (él dijo por culo pero no quiero pasarme de mal hablada). ¡Ay qué sí! cómo crispa eso. Y no solo en transporte público; es aplicable también cuando quedas con alguien, te pregunta que qué tal aquello y mientras se lo cuentas, empiezan a sonar "bips" a modo de alarma anti-incendios. Mientras te dice "ahá-ahá" se pone a mirar el móvil y tú, con una pereza infinita salpicada de cierto estoicismo haces como que te importa un rábano pero sobra decir que por dentro te estás comiendo las muelas.
El segundo: tápate la boca cuando tosas y si estás en una fila no tosas para atrás para no molestar al de adelante porque así salvas al de adelante pero al de atrás le llenas de esputos. Muy de acuerdo también. Este principio tan básico de expectoración en público puede parecer la mar de facilón pero a las pruebas me remito y me atrevo a afirmar que aunque está muy bien eso de expulsar fuera del cuerpo aquello que nos molesta o impide respirar con soltura, hacerlo sin ponerte la mano, un pañuelo, el brazo o lo que a bien tengas a mano que sea tuyo e intransferible... decía, que hacerlo así sin más miramientos es de ser mala pero que muy mala persona. 

Y por último: si trabajas en hostelería y te piden algo calentito no significa que te estén pidiendo ese algo tan caliente como para que se te arranque un trozo de piel de la encía. Esto también debería ser de manual. Hay que poner límites y una cosa es calentito y otra abrasador. Una cosa es una sopita calentita después de un chaparrón y otra es tragar lava volcánica recién escupida... y aquí se nos juntan los consejos porque si pones un café achicharrador a tus parroquianos, luego no te podrás quejar que lo escupan sin miramientos sobre el mostrador. Hay que ser consecuente de nuestras acciones. 
Estoy segura que a la que lees, se te vienen a la mente más consejos para ser mejor persona porque sí es verdad que el camino está lleno de humildes piedrecitas que parecen estar a lo suyo sin molestar a nadie, pero el drama toma otra dimensión cuando se cuelan dentro de tu zapato. Y todos sin excepción somos así por muy en modo piedra porosa, preciosa o canto rodado que nos pongamos. 

Ángel, que es muy buena persona, siempre se acuerda de sugerir algo para hacerte de comer por si estás sin ideas. Se le ocurrió merluza a la plancha pero aquí en Austria no saben lo que es una merluza. Ni un merluzo, pero está es otra historia. 

Yo me he decantado por esta ensalada de patata y alubias que tiene alguna cosilla más que he cogido del huerto como los rabanitos que ya escasean y es que con el calor se nos cuelan babosas, caracoles y hasta un topillo que son muy fan de los rabanitos y los colirrábanos. Así que hay que estar rápido y no perder la ocasión antes que se los devoren los turistas.
Ingredientes para 4 personas

  • 800gr. de patatas
  • 400gr. de alubias blancas cocidas
  • cebolletas finas con tallo a tu gusto
  • un poco de cebolla morada
  • rabanitos a tu gusto
  • un puñado de espinacas y hierbas aromáticas frescas (cebollino, perejil y albahaca)
  • queso de cabra fresco tipo feta
  • aliño: aceite de oliva, vinagre de vino, 1cdta. de agave o miel, 1 cdta. de mostaza, sal y pimienta

Preparación:
  1. Cuece las patatas, las troceas y las pones en una fuente. Añade las alubias y la cebolleta cortada en rodajitas finas.
  2. Prepara el aliño, lo mezclas y lo añades. Al aliño le pongo un chorrito de agua porque las patatas tienden a absorber los líquidos y así quedará más jugosa.
  3. Añade las espinacas y las hierbas muy picadas, los rabanitos en rodajas así como la cebolla también en rodajas finas. Prueba y rectifica el aliño si hiciera falta.
  4. Termina poniendo trocitos de queso por encima.


knäckebrot

junio 05, 2025
pejiguero, ra
La forma f., del lat. mod. persicaria 'duraznillo', por alus. a su sabor picante, y este der. del lat. persĭcus 'albérchigo'.

adj. coloq. Fastidioso, latoso o excesivamente exigente.
f. coloq. Cosa que, sin aportar gran provecho, acarrea problemas y dificultades.
He oído por ahí que la empatía es como la inteligencia: al que le falta no se entera. Qué cierto. Pero para ser justos, hay que reconocer que no nos enteramos de la misa ni la media porque tiene tela lo cuadriculados que somos para nuestras cosas. Nos sobrevaloramos casi siempre y somos super pejigueros con lo ajeno.

Venga, vamos a darle una vuelta: la empatía es el meollo de la inteligencia emocional que a diferencia de la racional, implica casi por obligación ser consecuente, no; mejor dicho, ser responsable de cuidar las  emociones no solo propias sino también las ajenas. En teoría. Si quieres ser buena gente, claro. El cobarde-egoísta hace que no se entera y tira del "Ah, yo qué sabía". Y el hipócrita, tira de los hilos de la razón -su razón- para mantenerse en escena con cara de no haber roto un plato. 

Porque esto de la empatía tiene una visión muy retorcida y voy a ver si me explico: imagina una persona más o menos inteligente racionalmente y con un sentido empático extraordinario capaz de que le vibre el radar al menor signo de sensibilidad ajena. Pero le pinchas y no sangra. Y esta habilidad la usa para manipular a los demás en su propio favor ya sea para venderte enciclopedias que no puedes pagar o para intoxicar su entorno con patrones de conducta agresivo pasivos o algo peor.
Y es que la gente empática puede ser muy pero que muy chunga y ser inteligente -racional o emocional- no implica bondad, altruismo o compasión. Ojito con los lobos vestidos de seres empáticos y de luz. Suelen esconder egos más grandes que su mejor perol.

Pero luego ahí tienes al pejiguero común -el hispánico es un ejemplar único- que tiende de puro sin querer a la flojera quisquillosa, que no se calla ni debajo del agua pero que por muy latoso que sea, cuando tiene que ser generoso y empático es el primero en demostrar que ahí están su bemoles para quien los necesite. Sin notables habilidades sociales muchas veces, al pejiguero a antipático social no hay quien le gane pero ahí está; desprendido y desapegado de lo propio, adaptándose a situaciones difíciles y ayudando al compadre con lo que haga falta y más. Y en cuanto alguien le da cuartelillo, zás, vuelve a ser el pejiguero de siempre. Sin remedio.

Y este pan plano puede parecer pejiguero ante una chisporroteante y esponjosa baguete pero nada más lejos: crujiente, cargaito de cosas buenas para el cuerpo y fibra para parar un tren. Lo he hecho de espelta pero tradicionalmente se hace de centeno aunque lo importante es que no sacrifiques hacerlo con harina integral. Y si te animas a preparar este Knäckebrot, te reto a ver si consigues que llegue al desayuno. Si lo logras, dime tu secreto porque yo no he sido capaz.
Ingredientes:

  • 60gr. de copos de avena
  • 100gr. de semillas variadas a tu gusto
  • 80-100gr. de harina integral (espelta o centeno)
  • 150ml. de agua
  • 1 cda. de aceite de oliva
  • 1 cdta. rasa de sal
  • 1 pizca de polvos de hornear

Nota sobre la cantidad de harina:
  • Ni las semillas, la avena ni la harina absorben por igual así que es posible que si usas 80gr. de harina, la masa te vaya a pedir algo más. Lo importante es respetar el descanso de unos 15 minutos para dar tiempo a que se asiente la consistencia que aunque tiene que quedar muy hidratada y maleable, no debe tener aspecto "encharcado".

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 200ºC.
  2. En un bol, mezcla todos los ingredientes. Deja que repose 15 minutos. Rectificar de harina si hiciera falta.
  3. En la placa de horno y sobre una lámina de papel de hornear, extiende la masa dejando que quede lo más finito posible, Te puedes ayudar de una cuchara o espátula.
  4. Hornea unos 10 minutos. Sacas la placa y con cuidado de no quemarte, corta la masa en cuadraditos del tamaño que más te apetezca (yo lo dividí en 12 piezas). Vuelves a meterlo al horno hasta que veas que coge un color dorado. 

Farinata de garbanzo con verduras

junio 02, 2025
Si vas a Roma y decides pasear por el parque de Gianicolo, tarde o temprano te vas a encontrar con la estatua de Anita Garibaldi montada en un caballo embravecido, pistola en mano y en el regazo, su pequeño primogénito. Y es que Anita, mientras luchaba al lado de su José, el amor de su vida, y estando embarazada de unos siete meses, fue echa prisionera mientras luchaban en la guerra de los Farrapos en Brasil. Le contaron que Giuseppe había muerto y en cuanto tuvo su bebé, escapó de sus captores. 

Pero Giuseppe Garibaldi no había muerto. Lograron escapar y continuaron la lucha, ahora en Uruguay al lado de sus famosos camisas rojas, la legión de expatriados y parias que fueron uniéndose a Garibaldi a costa de sus ideales de igualdad, justicia y lucha por la libertad. 
Siguieron luchando en el sitiado Montevideo durante años hasta que llegaron esperanzadoras noticias desde el Piamonte: la pena de muerte que pesa sobre su cabeza, es revocada y se le anima a regresar con sus tropas a luchar de nuevo por la unidad italiana que aúne a todos sus estados lejos de las zarpas de los reyes europeos. Anita le sigue los pasos, a un país desconocido, sin saber la lengua y sin mayor referencia que su amado. Lucharon con bravura contra todos los que se oponían a la unificación hasta que en una de estas batallas, contra los austriacos esta vez que acudieron a la llamada del Papa de Roma, salieron mal parados. 

Anita volvía a estar embaraza del que tenía que haber sido su quinto hijo. Huyen como pueden con la intención de buscar refugio en la República Veneciana a la que no consiguieron llegar juntos: cerca de Rávena, agotada y de mala manera, cae enferma de fiebres tifoideas y muere en pocos días.  

Ya nadie más volvió a llamarle José. Huyó una y dos y tres... regresó una y dos y tres... siempre luchando y sin darse jamás por vencido. Con el paso de los años, logró su soñada unificación pero sacrificando su ideal republicano. La republica tuvo que esperar. Pero esa es otra historia.
La historia de Garibaldi fue la de un paria italiano que recorrió las llanuras sudamericanas de batalla en batalla, luchando por lo que creía justo con su querida Anita siempre a su lado, hasta la muerte. Un hombre que sorteó la victoria y la derrota casi a partes iguales por amor a su patria, que tuvo que renunciar a su ambición de ver a Italia unida en una república. Todas sus hazañas, su perseverancia, se volvieron tan legendarias que cuando visitó Inglaterra ya de anciano, le recibieron como un héroe mundial. El héroe de los dos mundos, como le llamó Alejandro Dumas.

Un día como hoy de 1.882 moría a los 75 años Giuseppe Garibaldi en Cerdeña después de una vida intensa, llena de batallas, revoluciones y aventuras, con su honestidad casi intacta, tres matrimonios y el recuerdo idealizado de Anita siempre vivo.
La farinata es la prima hermana de la focaccia y la pizza pero elaborada con harina de garbanzo. En Cerdeña se la conoce como fainé y llegó a Uruguay muy posiblemente de la mano de algún camisa roja expatriado. O eso quiero creer porque se popularizó cuando Garibaldi guerreaba por esas tierras. Allí se la conoce como fainá. Esta que te traigo es un poco revolucionara o contestataria porque se suele servir sola sin las verduras. Pero oye, la revolución es lo que tiene, que a veces la r se queda por el camino y terminamos evolucionando culinariamente. 
Ingredientes:

  • 1 calabacín pequeño
  • unos tomates cherries
  • aceite de oliva
  • sal y pimienta
  • 150gr. de harina de garbanzo
  • 300ml. de agua
  • unas hojas frescas de albahaca o menta

Preparación:
  1. Pon a calentar el horno a 200ºC.
  2. En una sartén, saltea el calabacín cortado en rodajas con un poco de aceite de oliva. Añade los tomates partidos por la mitad y saltea 1-2 minutos. Salpimienta.
  3. Mientras, mezcla con la batidora eléctrica (para que no te deje grumos) la harina y el agua con una pizca de sal. Añádelo a la sartén y deja que cuaje un poco (de 2-3 minutos) a fuego medio-bajo. 
  4. Llévalo al horno y espera a que esté bien cuajada la farinata.


Falsas galletas pero sin harina ni grasa

mayo 28, 2025
utopía
Del lat. mod. Utopia, isla imaginaria con un sistema político, social y legal perfecto, descrita por Tomás Moro en 1516, y este del gr. οὐ ou 'no', τόπος tópos 'lugar' y el lat. -ia '-ia'.
f. Plan, proyecto, doctrina o sistema ideales que parecen de muy difícil realización.
f. Representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano.
Sobre utopías sabemos todos, esto es indiscutible pero lo mismo no todos conocemos -de hecho yo me he enterado hoy y llevo leyendo sobre este tipo todo el día- que fue Thomas More quien acuñó la palabreja. Habló de ella en un libro -que ya me he hecho con él y espero impaciente comenzar su lectura- donde describe un mundo perdido, una isla en realidad, perfecta en todos los sentidos, con ciudades y gentes que destacan por su conciencia social. 

No aspiran a la propiedad privada, los bienes son compartidos, todos trabajan -sin excepciones- y las jornadas son de seis horas para que puedan disfrutar de sus cosas. Su príncipe se reúne periódicamente con sus consejeros y para las cosas importantes se consulta a la población... y esto, lo escribió en el siglo SXVI, con Eduardo cortacabezas haciendo de las suyas. Chapó.

Por cierto, a Thomas More por algún retorcido motivo, en España le conocemos como Tomás Moro. Vaya tela. No digoná. El caso es que el Sr. More dejó sembrada para siempre la semilla del mito social donde el conjunto de una sociedad trabaja para erradicar la pobreza y lo hace sabiendo que el que posee, no quiere compartir. No se trata de miseria para todos; no se trata de matar a sociedades enteras para quedarte con lo que tienen. Se trata del bienestar compartido sin ser más de unos que de otros, sin privilegios ni castas, sin poder quitarle nada a nadie porque la riqueza no tiene dueño.
Y así, exentos del estrés que conlleva la avaricia y la envidia, viven inmersos en una fe sin dogmas ni reglas, donde solo se cultiva el bien desde la honestidad personal, algo que los mayores enseñan con amor a los jóvenes.  En definitiva, una sociedad más humanista y humanizada, donde las libertades individuales y las obligaciones sociales viven en equilibrio sin listillos, parásitos ni egoístas. 
"Nada se puede dar a un hombre si no es quitándoselo a otro."
Thomas More
Pues lo dicho: utopía. Y aunque la definición dice que es algo muy difícil de realizar, lo cierto es que con el paso de los siglos hemos asumido que es inalcanzable, imposible. Irrealizable a todas luces. Y como nuestro optimismo no tiene fin -no sé si por suerte o por desgracia- nos hemos inventado otra palabreja para fantasear con un final feliz a nuestras aspiraciones. 

La eutopía -aún inexistente en la RAE- es una visión más pragmática pero claro, menos exigente, donde se busca la felicidad y la tranquilidad como meta para alcanzar la sociedad perfecta. Un poco a lo "ande yo caliente" y aunque acepta que no existe la sociedad de More. basta con estar bien y sentirnos seguros mientras no nos falte de nada y ea, a tirar millas sin mirar atrás.
Y si bien es cierto que al hacer unas galletas sin harina y sin grasa es completamente utópico pretender que sean crujientes y crocantes, te aseguro que estas falsas galletas -debería llamarlas eutópicas- están muy ricas y cumplen perfectamente su función. Blanditas y jugosas, que necesitan de más horno de lo normal y que solo hay que tener una cosilla presente: intentar que no se queden secas o correosas. Y eso lo he logrado usando la mitad de azúcar de coco que es más jugosa. Yo uso azúcares de baja absorción pero puedes reemplazarlo por azúcar moreno o panela molida.

En España no suelo ver queso quark. Veo invenciones tipo quark pero nada tienen que ver con el original así que en su versión eutópica puedes usar un queso de untar tipo Philadelphia. 
Ingredientes:
  • 1 huevo
  • 250ml. de queso quark al 20% (queso tipo Philadelphia también valdría)
  • 50gr. de azúcar de abedul
  • 40gr. de azúcar de coco
  • una pizca de canela
  • 100gr. copos de avena
  • 1 cdta. de polvos de hornear
  • 1 manzana
  • un poco de almendra molida

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 170-180ºC.
  2. En un bol, bate el huevo, el azúcar, la canela y el queso quark. 
  3. Añade la avena, los polvos y la manzana (pelada y rallada o picada en un procesador)
  4. Coloca sobre la bandeja de hornear, pegotes de masa del tamaño de una cuchara rasa.
  5. Hornea hasta que estén bien doradas.

Dip de berenjena y yogur con garbanzos

mayo 25, 2025
En estos tiempos, donde la IAs se cuelan en nuestras vidas sin haberlo pedido, atontando nuestra capacidad creativa, intelectual y emocional, me ha surgido una duda existencial -o casi- sobre la responsabilidad que tienen estos algoritmos cuando los usamos. Me explico con un ejemplo: imagina que soy super famosa y que tiro de ChatGPT para hacer mis artículos. Le doy unos parámetros a seguir y me escribe cosas requete ingeniosas que entusiasman al público. Una editorial me propone reunirlas y publicarlas en un libro que mira por donde arrasa en ventas. Me hago, además de más famosa, rica. Al tiempo, el mismo proceso es ejecutado por otro ser rico y famoso que también barre en ventas con otra editorial. 

Y bingo, la IA ha hecho trampas -sin querer- porque ha seguido patrones similares y ha caído en la duplicidad de textos, lo que traducido cuando hay negocio y fama de por medio, habemus plagio. ¿Quién puede reclamar la autoría de esos escritos?  ¿Quién se responsabiliza del descalabro? ¿Quién paga?

Y aquí, el sentido común nos dice: a ver, alma cándida, tú eres responsable de lo que firmas porque tu obligación es saber lo que haces. Pero ¿Cómo podemos saber lo que ChatGPT tiene en sus bases de datos y cómo procesa la información? Ya hay quien avisa: las IAs nos van a atontar a límites insospechados porque se van a zampar sin masticar los procesos creativos, la maduración de ideas y nuestra capacidad de pensar. Así que cada vez, vamos tener menos control sobre nuestros pensamientos críticos e intelectuales. 
Y como resultado, ya se acude a estos engendros a preguntarles la conveniencia o no de una posible pareja (¿Este tipo es compatible conmigo? ¿Nos irá bien?) dejando los sentimientos adormecidos y estériles. ¿Y si no te va bien? ¿Y si te pierdes al amor de tu vida o te divorcias sin haber intentado salvar tu relación o te apartas de amigos y parientes porque un logaritmo dice que son tóxicos para ti? ¿No es así como funcionan las sectas? ¿En qué lugar quedará nuestra responsabilidad afectiva?

Y mira, me he ido a Google y le he preguntado por la responsabilidad afectiva y, sin pedirlo, me advierte que su IA piensa que: "La responsabilidad afectiva, en pocas palabras, implica tomar conciencia de cómo nuestras acciones y palabras afectan a los demás y ser conscientes de nuestras propias emociones. Es la capacidad de entender el impacto emocional de nuestras interacciones y actuar de forma respetuosa, consciente y responsable con nuestras relaciones. "
¿Pero qué lío es éste? Si dejamos que una inteligencia artificial decida por nosotros, se me escapa por completo el concepto de entender los impactos emocionales porque la reflexión y la empatía se desmoronan si no hacemos uso de ellas. Así que, me temo, nuestro futuro intelectual y emocional está en peligro amenazando con mermar nuestros dos grandes tesoros como seres humanos: nuestra inteligencia racional por un lado y la emocional por otro, los pilares de nuestras almas y las únicas herramientas hábiles para gestionar nuestras relaciones con el mundo, la toma de decisiones y las libertades fundamentales como individuos. 

Pero no perdamos la esperanza. Hay que seguir confiando y creyendo que el Omega3 es la gasolina que mueve nuestro cuerpo de una forma sana y equilibrada... hasta que una IA nos diga que produce cáncer o algo peor. Quita, quita, sigamos con lo nuestros y esta combinación de berenjena, nueces y garbanzos ya la usé en este otro dip más al uso. No le preguntes a ChatGPT y hazme caso en esto: ambos dips están deliciosos y son requete sanotes. 
Ingredientes:

  • 1 berenjena
  • 1 yogur natural
  • 1 diente de ajo
  • 1 cda. de mayonesa
  • ½ cdta. de tahina
  • un puñado de nueces
  • 1 taza de garbanzos cocidos
  • ½ cdta. de pimentón
  • ½ cdta. de ajo en polvo
  • ½ cdta. de za'atar
  • aceite de oliva
  • sal

Preparación:
  1. Corta la berenjena en cubitos (le quité un poco de piel, muy poca) y los salteas en una sartén con un poco de aceite de oliva hasta que se marque el color. Sala y reserva.
  2. En la misma sartén, y con un poco de aceite de oliva, saltea los garbanzos. sala y añade las especias y el ajo en polvo. Reserva
  3. En un bol, mezcla el yogur, la mayo, el ajo machacado y la tahina. Sala y mezcla hasta que tengas una salsa homogénea.
  4. Mezcla la berenjena y las nueces picadas con la salsa de yogur y cubre con los garbanzos.


Alubias al limón con hinojo a la plancha

mayo 22, 2025
Un día como hoy pero de hace 165 años, nacía en Edimburgo Arthur Conan Doyle, el médico, político, aventurero y escritor padre de Sherlock Holmes y Dr. Watson. Tengo que reconocer que soy más fan de Holmes que de Doyle, a quien he leído más allá de las aventuras de Sherlock pero, aunque me gustan todas sus novelas, el impacto del detective y su inseparable Watson en mi adolescencia fue brutal.

En cualquier caso, la vida de este hombre fue muy intensa y espectacular. De jovencillo, después de estudiar medicina y bajo pretexto de hacerse con algo de dinero, se embarcó durante un tiempo en un ballenero como doctor de abordo recorriendo Groenlandia y el Ártico. Cuando se cansó de la pesca de ballenas y la caza de focas, se instaló en tierra firme y abrió su propia consulta. Parecía que muchos pacientes no tenía y para matar el tiempo, escribía relatos. Allí germinó Estudio escarlata que, además de costarle dios y ayuda para que se lo publicaran, pasó algo inadvertido al gran público.  
Pero ya había nacido Sherlock Holmes y poco a poco ganó un montón de fans que seguían sus andanzas en la revista The Strand. Pero Arthur estaba incómodo, porque Holmes le distraía de hacer y escribir otras cosas. Pidió una cantidad impúdica de dinero por el siguiente lote de doce relatos más y lejos de rechazarlos, The Strand accedió pero en el último relato, El problema final, Doyle se cargó al detective. Y se lió parda.

20.000 suscriptores a la revista se dieron de baja; cuentan que la gente iba por la calle con una cinta negra en la maga de las chaquetas en señal de duelo. La cantidad de cartas al editor de fans indignados fue brutal. Y a ver, tiempo después lo tuvo que resucitar como pudo porque los lectores entonces no eran moco de pavo.

Se dedicó a la política, colaboró en la guerra contra los Bóers, en la Primera Gran Guerra e incluso hizo de detective en más de una ocasión resolviendo casos que la policía no había sido capaz de esclarecer. Incluso recurrieron a él cuando Agatha Christie desapareció misteriosamente.  
Sir Arthur -se ganó el título con su aportación a la patria- había perdido a su hijo mayor en la Gran Guerra, un muchacho muy joven como tantos en aquella locura, y puede que este hecho, sumado a que los rollos esotéricos estaban muy de moda y ya había mostrado interés anteriormente, se implicó en cuerpo y alma al espiritismo, dando charlas por medio mundo y siguiendo de cerca los casos más sonados de "asuntos raros" como por ejemplo lo de las hadas de Cottingley que luego se demostró el fraude. 

Esto le afeó un poco sus últimos años. Se metían con él públicamente pero le dió igual. Creía firmemente en el más allá, los espíritus, los médiums, la telepatía y todo lo que sonara a asuntos "del otro lado"  pero así es la vida, en algo hay que creer.

Esta receta de hoy es algo magistral, de lo más rico que he comido últimamente. Parece cosa del más allá porque cómo es posible que con tan pocos ingredientes se pueda cocinar algo tan rico y tan sano.  Y encima sin ruidos impertinentes porque el hinojo neutraliza los efectos de las alubias. 

Ingredientes para 2-3 raciones:

  • 2 chalotas o ½ cebolla roja
  • 2 dientes de ajo
  • 400-500gr. de alubia blanca cocida
  • perejil, cebollino y/o hierba de hinojo (a tu gusto)
  • zumo de  ½ limón
  • unas semillas de hinojo (a tu gusto)
  • un chorrito de vino blanco o agua (ó ½ y ½)
  • 2 hinojos
  • tomillo fresco
  • algo de aceite de oliva
  • un poco de mantequilla
  • sal y pimienta

Preparación:
  1. En una sartén con unas gotas de aceite de oliva, saltea las chalotas y los ajos machacados. Añade las alubias, las hierbas picadas, las semillas de hinojo y el zumo de limón. Mientras salteas (3-4 minutos), añade un poquito de agua o de vino blanco para que no se sequen mucho. Salpimienta y reserva.
  2. En otra sartén con unas gotas de aceite de oliva,  coloca el hinojo cortado (primero por la mitad y luego en láminas no muy finas). Salpimientas, añade unas ramitas de tomillo y cuando le des la vuelta, añade un poco de mantequilla para que se marque sin quemarse.
  3. Coges la mitad de las alubias y las trituras hasta hacerlas puré añadiendo un poquito de agua o jugo de la cocción (quedará como si fuera hummus).
  4. Pon el puré extendido en el fondo del plato o fuente. Coloca el hinojo encima y termina con las alubias por encima. Riega con unas gotas de aceite de oliva.

Sándwiches de huevo y pepinillos

mayo 18, 2025
Voy a abrir un melón de los que duele. O escuece. Y digo más; de los que entran ganas de asesinar con alevosía, felonía y delación al amigo, compañero, pariente, hijo, marido o padre... da igual, el instinto asesino se despierta cuando quedas con alguien y esperas y esperas y esperas y parece que nunca llega. 

Gente que por costumbre siempre acude tardíamente a un cita, que llega tarde porque sale tarde y así las cuentas nunca salen; gente que se disculpa con cualquier chorrada y no supura ni una mijita de apuro; gente por cierto, que si tú, en ese estado de "me tienes hasta el papo" demuestras el más mínimo síntoma de calentura, mohín o berrinche te la lía parda porque eres "insufrible". 

!Ahí va! Gente tardona, demorosa, retrasona crónica que te dice "ya estoy llegando" cuando aún no ha salido, que te toma por el pito del sereno, se come tu tiempo como si ellos fueran los amos de tu vida; gente que se posterga aún sabiendo que ahí vas a estar tú como un reloj, comiéndote las muelas mientras ves pasar los minutos... decía, gente de mal quedar: vosotros sí que sois insufribles.
Siempre he querido saber que clase de cable tiene esta parte de la humanidad desenchufado. Porque son corrientes, con sus más y sus menos como cualquier parroquiano pero que llegados al punto de citar, quedar o formalizar un acto en común que requiere de sincronizarnos en el tiempo, ¡zas! te marcan con moratorias que te zampas sin patatas fritas. 

Antiguamente, antes del mundo móvil, eran personas que por arte de magia siempre se les retrasaba el reloj. Como lo oyes: te querían convencer que se les paraba ante una quedada. O que eran aspiradoras de atascos. O imanes de metros con retraso... cualquier absurdo. Con la llegada del móvil, necesitaron cambiar sus argumentos y ante un "¿por dónde vas?" siempre contestan con ese "estoy llegando" eterno, donde al llegar, te contarán lo mal que está el tráfico, que se equivocaron de calle o que "no te vas a creer lo que me ha pasado". Efectivamente, no me lo creo.

Yo tenía una amiga que su táctica al llegar hora y media tarde, como era lo normal,  me llamaba diciéndome "¿Dónde estás que no te veo?" y con eso intentaba montar cortinas de humo y jugar al despiste. De cada vez. Te juro que el instinto asesino me mortificaba. A lo bestia. A lo super bestia.
¿Qué ocurre? Por qué gente empática y generosa se vuelve asocial y egoísta, demostrando hacer gala de una falta de respeto a veces a niveles estratosféricos. Llegan tarde cuando los invitas a comer, a las reuniones, al trabajo y aunque son personas con principios sólidos e inteligentes en lo emocional, se autoconvencen de que tienen un mal hábito, una mala costumbre sin importancia,  sin escarbar en su lado crítico y reconocer que pecan de falta de voluntad, capacidad organizativa y cierto autocontrol. O algo peor: es como decir que su tiempo es más importante que el tiempo del que espera. Y eso es inaceptable.

Si eres una persona impuntual crónica, tienes que hacer algo por ti y por los que te rodean. En serio, las buenas costumbre sí. Las malas, no. Nunca. 

Y puntualmente aquí estamos, un nuevo domingo del reto Homenajeblog donde como siempre buscamos el encuentro y la amistad cocinando cosas ricas. Cada mes nos colamos en cocinas ajenas y homenajeamos al anfitrión cocinado alguna de sus recetas. El turno esta vez es de nuestra querida Marga de La cocina de las casinas. Me he decidido por estos sándwiches facilones y rápidos geniales para apañar una cena así de bien o para llevar encima cuando quedas con un impuntual. El hambre nos pone de mal humor y eso no ayuda.

 ¡Muchas gracias Marga por la receta!
Ingredientes:
  • 4 huevos L duros 
  • pepinillos a tu gusto
  • 6-8 rebanadas de pan de molde integral
  • 1 cda. de queso crema
  • Mostaza a tu gusto
  • 1 cda. de yogur griego
  • un poquito del agua de los pepinillos
  • 1/2 cda. de sirope de agave
  • sal de hierbas y pimienta

Preparación:
  1. Quita el borde a las rebanadas de pan de molde y reserva. Corta pepinillos y reserva. 
  2. Una vez cocidos huevos (cuando rompan a hervir, los cueces entre 8-10 dependiendo del tamaño) los pelas y los machacas en fino. Salpimienta ligeramente si lo deseas. Reserva.
  3. En un pequeño bol, mezcla el queso crema, la mostaza, el yogur, el sipore y el agua de los pepinillos. Mezcla hasta que lo tengas bien liga. Prueba y salpimienta si hiciera falta.
  4. Unta cada rebana de pan con la salsa, pon los pepinillos a tu gusto, una capa de huevo y tapa el sándwich con otra rebanada untada en salsa.

Arroz con pollo y verduras

mayo 10, 2025
murrio, rria

adj. Que tiene murria.
f. coloq. Especie de tristeza y cargazón de cabeza que hace andar cabizbajo y melancólico a quien la padece.

En mi casa se decía mucho eso de estar murrio. Supongo que en el resto de casas también y puede que estemos ante un adjetivo que apenas acaba de entrar en el club del olvido. Lo cierto es que las palabras no tienen fecha de caducidad ni posibilidad de prolongar contrato así que imagino que por eso se pierden en el olvido sin darnos cuenta. Con la callada por respuesta.

Estar murrio es como estar de bajón. No vas por ahí diciendo "Ay que triste estoy" porque suena a "mecachis, necesito casito" pero decir que uno tiene el día murrio pues como que le quita tontería al asunto. Y es que la melancolía es lo que tiene, porque no siempre es tristeza al uso, es como una desazón, igual que cuando uno se pone a recordar lo rico que estaban los Tigretones y los Bucaneros cuando éramos pequeños. 
Y ojo, que no es porque fueran más naturales, al contrario ya que entonces se usaban sustancias hoy prohibidísimas y además, claro está, que nuestro recuerdo, manipulado por el pasar de los años, procede de las papilas gustativas de un pequeñajo que para nada son las que gastamos de adultos.

Pero el pasado es muy cabezota y se empeña en hacernos creer que antes todo era mejor. Para nada; antes nosotros éramos más jóvenes, más vigorosos en la cama, salíamos de juerga, trabajábamos, atendíamos casa, hijos, padres, amigos, colegas... y parecíamos invencibles. Hoy no llegamos ni a un cuarto de todo aquello. Hoy te tomas un par de vinos una noche y necesitas dos días para recuperarte. Si trasnochas, se te hinchan los pies. O algo peor.
Así que no. No caigas en esa trampa del entradito en años. Repetir lo que decían nuestros abuelos nos vuelve carcas, retrógrados y además nos aleja de la realidad. Y eso nos tiene que poner sí o sí murrios. En cambio, si sigues subido a este tren sintiéndote parte del pasaje, consciente que el futuro es de ellos y que ahora, poco a poco, tenemos que ir dejándoles espacio; si decidimos seguir aprendiendo y disfrutando del viaje -cuando toque, que no todo es coser y cantar- entonces la cancamurria nos visitará de pascuas a ramos. Y ese tiene que ser el plan.

Este arroz es como un arroz milanesa pero con pollo y como uso pechuga, pues la macero para que no se quede seca y tiesa porque sino, me entraran ganas de decir eso de "en mis tiempos los pollos..." pero esa es otra historia.
Ingredientes:
  • 1 pechuga de pollo marinado en:
    pimentón, ajo en polvo, ají molido, salsa worcester, sal y pimienta
  • 2 zanahorias cortadas en cubitos pequeños
  • un puñado de champiñones en láminas
  • 1 pimiento verde pequeño en trocitos pequeños
  • 1 tomate rallado
  • 1 cda. de tomate concentrado
  • un poco de azafrán molido
  • 250gr. de arroz tipo bomba
  • 500ml. de caldo de verduras
  • un puñadito de guisantes

Preparación:
  1. Saltea en la sartén o paellera el pollo con un poquito de aceite de oliva. El pollo lo habrás tenido macerando 30 minutos con pimentón, ajo en polvo, ají molido, salsa worcester, sal y pimienta.
  2. Una vez que se haya marcado un poco, añade la verdura menos los guisantes. Saltea durante 2-3 minutos a fuego medio-fuerte.
  3. Añade el tomate rallado, el concentrado, el arroz y el azafrán. Remueve y liga el arroz antes de echarle el caldo.
  4. Echa los guisantes por encima y deja que cueza a fuego lento y tapado hasta que se consuma el caldo (unos 20 minutos)

Tallarines con pollo Lo Mein

mayo 07, 2025
añusgarse
Del lat. *innodicāre, der. de innodāre 'anudar'.
prnl. Atragantarse, estrecharse el tragadero como si le hubieran hecho un nudo.
prnl. Enfadarse o disgustarse.
Habrá quien se pregunte de dónde me viene esta manía mía de colar entre receta y receta palabrejas más o menos raras o bonitas o tristes o lo que sean porque todas y cada una de ellas tiene su cosilla. Lo cierto es que ya me pasaba de pequeña, eran otros tiempos -no teníamos tantas distracciones- y recuerdo buscar junto a mis hermanos pequeños palabras en el diccionario Larousse para reírnos, porque muchas de tan raras nos daban risa. Esa risa floja de los críos, que se conforman con cualquier cosa para soltar la carcajada aunque la mayoría de las veces no entendíamos ni papa pero molaba reírse y si la oportunidad no nos brindaba ocasión, pues nos la inventábamos. 
Supongo que de ahí me viene este gusto por las palabrejas, todas ellas, aunque no me hagan reír. Esta de hoy por ejemplo, que va más de mosqueo que de otra cosa y aún así me parece requete ingeniosa aunque la tengamos que usar ante un atragantamiento físico -qué mal se pasa, por dios- o el metafísico que también tiene tela, porque que mal rato se monta cuando estás con alguien que no puedes verle ni en pintura. A veces por motivos justificados -por lo menos en nuestra cabeza- pero otras simplemente porque sí, porque hay personas que con solo verlas se nos añusgan y no hay manera que pasen por el tragadero de las simpatías. No es malicia, es solo eso: que se atarungan y punto.
Y tú querido lector ¿Te añusgas con frecuencia? A ver, no sería acto digno de reproche ya que de pequeños no nos enseñaron a controlar nuestras frustraciones. En aquellos años había otras prioridades en lo educativo y nuestros padres estaban a otras cosas. Realmente no fue hasta los 90, cuando llegaron las hordas de psicólogos -porque era una carrera con futuro- cuando poco a poco se fueron hablando de esas cosillas y no ha sido hasta hace dos días -como quien dice- cuando nos han convencido de la importancia de controlar la frustración porque uno se añusga, y luego viene el estrés, y luego se acumula, y luego se nos viene el mundo encima. Y para más chufla, que nos acorta la vida. 

Y aquí estamos, intentando huir de los estreses que nos ofuscan y nos generan atragantamientos innecesarios. Y desde luego, la mejor manera de combatir los efectos del añusgamiento es comiendo cosas ricas, sanas y que se hagan en un periquete.  Y este pollo Lo Mein, lo mein todo.

Fuente: aquí, que esta chica hace cosas muy ricas.
Ingredientes para 4 raciones:

  • 1 pechugas de pollo dependiendo del nº de comensales
  • 1 cda. salsa de soja
  • 1 cda. de maicena
  • ½ cdta. de aceite de sésamo
  • 1-2 cda. de vino shaoxing o mirin (vinagre japones)
  • verduras: col, pimiento, zanahoria, brotes de soja, cebolleta (a tu gusto)
  • 250gr. de tallarines o fideos chinos 

  • Para la salsa:
  • 2 cdas. de salsa de soja
  • 1-2 cdas. de salsa oscura de soja (dark soy sauce)
  • 1-2 cdas. de salsa de ostras
  • un poquito de miel o azúcar
  • 1 cda. de vino shaoxing o mirin (vinagre japones)
  • ½  cda. de maicena
  • ¼ de vaso de caldo de pollo
  • 3 ajos machacados ( o ajo en polvo)

Preparación:
  1. Macera unos 15 minutos antes, el pollo con la salsa de soja, el mirin, el aceite de sésamo y con la maicena.
  2. Fríe el pollo con un poco de aceite neutro y reserva. Mientras, corta la verdura en plan juliana. Reserva.
  3. Pon a cocer la pasta el tiempo que te indique el paquete.
  4. Prepara la salsa mezclando todos sus ingredientes. Reserva.
  5. En un wok, pon el pollo y la verdura a rehogar 1-2 minutos, con un poco de aceite neutro. Añade la salsa y por último la pasta. Rehoga hasta que ligue y sirve rápido.

ME APETECE

 
Copyright © Hierbas y especias. Diseñado con por Las Cosas de Maite