Ensalada de lentejas bien-bien

abril 23, 2025
Toca comer bien. Mi última analítica ha sido un desastre así que toca ponerse las pilas, comer bien-bien y quitarse todo lo que no se debe. O casi, porque de momento con el queso no se negocia. Me niego. Un buen queso bien vale ir de rebelde sin causa. 

Los meses que estuve de bajón me han pasado factura.  Lo oímos por muchos sitios pero no nos llegar a calar: los bajonazos nos hacen enfermar y luego todo son rotos. Y eso que ya tenía unos cuantos porque desde que me quitaron el útero hace 15 años todo es un desmadre y me salen descosidos hasta donde no tengo costuras.

Y es que la mayoría de las mujeres llegamos a la menopausia con una mano delante y otra detrás, sin saber todos los efectos secundarios a los que estamos expuestas. Nadie nos prepara y así nos va. Descubrimos por las bravas que además de sofocos, insomnio y que se te escape el pis sin previo aviso, además nos aumenta la presión arterial, se nos acelera el corazón, aumenta el peso, el colesterol, el azúcar, dolores musculares, osteoporosis, depresión, falta de magnesio, calcio, vitamina D, etc, etc. 
Dejamos de servir como reproductoras y el cuerpo se marchita sin remedio y si bien es cierto que hay muchas mujeres que apenas sufren con la pérdida de estrógenos, aquí la menda lerenda que suscribe estas palabras, se ha subido a todos los trenes del drama menopaúsico y aunque estoy a falta de la confirmación oficial todo apunta a que acabo de entrar en el club de los diabéticos. 

Como la atención primaria en mi ciudad es un caos kilométrico, me han dado cita a dos meses vista así que mientras espero me he puesto las pilas y estoy llevando una alimentación bien-bien, baja en carbohidratos, azúcar y grasas dando rienda suelta a los integrales, legumbres, verduras, frutas y proteínas de las buenas, de las naturales no las que vienen en frascos.
Pero con queso. Dieta bien-bien pero con mi trocito que queso diario y mi tostadita de espelta integral con queso fresco por encima. Sino, yo no quiero estar sana, así te lo digo. 

Esta ensalada de lentejas es la definitiva, sin dudarlo. Nos ha encantado a todos y ha desbancado a su antecesora, la de invierno que ya era difícil de superar. Inicialmente, pensé hacerla con atún por encima e incluso ya había sacado la lata de bonito del norte pero a última hora, en un arrebato de anarquismo nutricional, agarré el queso de cabra a la pimienta que compré en Albacete camino de Madrid y ¡zas! me marqué unos taquitos que me supieron a gloria. Cada uno que obre en consecuencia. Yo, desde luego, bien-bien pero con queso.
Ingredientes para 3:

  • una lata grande (de 800gr.) de lentejas ya cocidas
  • 2-3 zanahorias salteadas y cortadas muy menudas
  • 2 tomates muy picados
  • 1/2 cebolla roja picada
  • un puñado de cramberries o pasas a tu gusto
  • queso de cabra semicurado
  • Aliño:
    2 tomates secos en aceite, albahaca fresca, sal, pimienta, vinagre de Módena, un poco de agua y aceite de oliva

Preparación:
  1. Saltea brevemente las zanahorias en trocitos muy pequeños y reserva.
  2. En un bol, pon las lentejas escurridas, los cramberries, la cebolla y el tomate muy muy picado y las zanahorias ya templadas.
  3. Prepara el aliño: pon todos los ingredientes juntos pícalos con un procesador o con la batidora eléctrica. Añádelo a la ensalada y remueve.
  4. Termina la ensalada con un poco de albahaca picada y trocitos de queso.

Champis al estilo griego

abril 20, 2025
icástico, ca
Del gr. εἰκαστικός eikastikós 'relativo a la representación de los objetos'.
adj. Natural, sin disfraz ni adorno.
Hoy vengo con un adjetivo al desnudo que se lo he visto a Morceo en Bluesky La definición no puede ser más espartana y escueta pero bien pensado, no podía ser de otro modo. Que poco icásticos somos, ¿verdad? de hecho solo al nacer mientras nos tienen aún atados al cordón materno porque justo después nos emperifollan con pañales, gorritos, lacitos, puntillas, calcetines y demás parafernalias natales para hacernos pasar por bebés hermosos a pesar de lo feos que somos nuestros primeros días de vida.

Ni siquiera somos icásticos la primera vez que abrimos los ojos y miramos a nuestros padres porque lo hacemos con ese instinto de manipulación que tanto nos acompañará en el futuro. Porque a pesar de estar más ciegos que Baco en la fiesta del vino de Valdepeñas, hacemos que miramos para enternecer a nuestros susodichos y así, conseguir que no les de por abandonarnos a nuestra suerte en medio de la Sabana a merced de los leones. O algo peor.
Tampoco al dejar este mundo nos sepultan icásticamente por aquello del qué dirán; y no al muerto, sino al vivo que como somos tan arrogantes en lo social, hacemos despilfarro en féretros, flores y mortajas para que los demás sepan que ni somos tacaños ni tan pobretones como aparentamos. La nevera puede estar vacía y el recibo de la luz sin pagar pero mucho ojito con aparentar miserias. Hay cosas por las que no pasamos. Pero ¡qué quieres! somos así: el pobre siempre intentando aparentar que tiene más de lo que gasta y el rico lloriquea sus pobrezas a la hora de pagar a aquellos que le enriquecen con su trabajo. Pero ésta es otra historia.

Volviendo a la palabreja, no es de extrañar que esta sea rara y casi seguro, en proceso de extinción porque no nos define a nadie y usarla suena a chufa. O no. Porque lo mismo podría ser una palabra protesta, escrita furtivamente en los carteles publicitarios, colándose en los perfiles de los instagramers que se venden a sí mismos recargaítos de filtros, maquillajes, photoshop y demás montajes requete cuquis. Puede que algún día nos apetezca ser más naturales y... y lo que sea porque no encuentro muchos sinónimos a este adjetivo. De hecho, el diccionario online de la RAE no cita ninguno. 
Nuevo domingo del reto Homenajeblog donde como siempre buscamos el encuentro y la amistad cocinando cosas ricas. Cada mes nos colamos en cocinas ajenas y homenajeamos al anfitrión cocinado alguna de sus recetas. El turno esta vez es de nuestra querida Isabel del Blog Lamboadas de Samhaim. Me he encaprichado de estos champiñones al estilo griego que Isabel publicó en su día homenajeando a Ana del blog Fresas y aceite así que me encanta que la estela de este homenaje cada día se vuelva más grande. Nos han gustado muchísimo, en especial a mi hijo Lucas. Puedes servirlos con un arroz blanco, bulgur o con cous-cous (uso integral) como hice yo. Se te queda un plato muy nutritivo y vegetariano que viene de perlas ya sea para un mediodía o una cena. ¡Muchas gracias chicas por la receta!
Ingredientes:

  • 500gr. de champiñones cortados en 4 
  • cebolla muy picada a tu gusto
  • 1-2 ajos muy picados
  • 3 tomates sin piel muy picados (usé de lata)
  • tomillo y albahaca
  • sal de hierbas
  • un poquito de aceite de oliva

Preparación:
  1. En una sartén, a fuego medio-alto, con un poquito de aceite de oliva, saltea los champiñones 2-3 minutos que habrás cortado en 2 o 4 trozos dependiendo del tamaño. Resérvalos.
  2. En la misma sartén, también a fuego medio-alto y con otro poquito de aceite, pocha la cebolla y el ajo picado, añade el tomate y deja que consuma el caldito que puedan solar.
  3. Incorpora los champis, la sal y las especias. Deja que liguen los sabores unos 2 minutos a fuego medio.


Mayo chipotle y otros fuegos

abril 14, 2025
Por circunstancias ajenas a este blog, ha querido el destino que haya estado viajando y trajinando de aquí para allá manteniéndome fura de casa un mes largo. Mi primera fuga, me permitió disfrutar de tres días y sus dos noches en la capital de Estiria, Graz. No es que vivamos lejos, de hecho estamos a 40 minutos en coche pero Günter tenía un curso para sacarse la certificación en manejo de sustancias tóxicas y me apunté a su plan con el firme propósito de no hacer nada de provecho. O casi.

No es que mi chico maneje ántrax ni nada parecido pero hay cositas muy raras moviéndose por su laboratorio que pueden montar una movida del ocho cuando menos te lo esperas. Porque, como dijo un eminente físico -el responsable de que nuestros bizcochos se quemen o se queden crudos- como decía, Anders Celsius afirmaba que no hay sustancias tóxicas sino dosis tóxicas y aunque pueda parecer lo mismo no lo es. 

Por ejemplo, el agua. Mira si es sana y necesaria para vivir y sin beber nos quedamos tiesos en poco tiempo. Pero, si bebiéramos siete litros del tirón nos quedaríamos muñecos sin remedio por algo que tiene que ver con la sal que debemos ingerir para no cascarla. 
El encargado de impartir el curso fue un jefe de bomberos retirado, un tipo muy peculiar que dejó a su paso un montón de anécdotas muy curiosas. Un ejemplo: los bomberos en el S.XIX te dejaban crecer grandes bigotes para así protegerse en la medida de lo posible de los gases tóxicos que causaban más muertes que el fuego. No fue hasta la Primera Gran Guerra que se usaron las mascarillas antigases que vinieron a cambiarlo todo. 

Antiguamente los incendios eran el pan nuestro de cada día. La reina Maria Theresia de Austria, en uno de sus viajes a Países Bajos presenció uno terrible que se comió más de la mitad de la ciudad. Edificios con gente afinada que se quedaban bloqueados sin poder huir porque las escaleras de los rellanos eran de madera y por tanto, lo primero que ardía. Según volvió a su Imperio, mandó que los edificios contaran con escaleras de piedra y prohibió la construcción de nuevos edificios con escaleras de madera.

En fin, que se las tenían que ingeniar. El río Mura (El Mür), que si bien atraviesa la ciudad de Graz no lo hace por el centro, quedaba un poco desangelado de cara al fuego así que se construyeron estrechos callejones que subían desde el río hasta lo más alto de la ciudad para facilitar las cadenas humanas que se formaban pasándose cubos de agua desde el río. Me faltó tiempo para salir y buscarlos. Dejo fe de ello.
Y aunque la escapada dio para más, dejo de contar batallitas incendiarias para dar paso a esta mayonesa que a su manera, también presume de fuegos pero sin bomberos ni desgracias. 

Con esta receta pongo fin de momento, a las recetas de picoteo, ya que los últimos análisis me han salido de pena y debo priorizar la salud. Hasta que no tenga un diagnostico firme no te cuento más pero de momento adiós a las cosas ricas que nos hacen felices pero de saludables, poco. 
Ingredientes:
  • 4 cdas de mayonesa
  • 1 cda. de Sauerrham o yogur griego
  • ajo en polvo
  • unas gotas de salsa Worcestershire
  • jugo de medio limón
  • 1-2 chiles chipotles (según lo quieras de picante)

Preparación:
  1. Tritura los chiles o bien los machacas en un mortero o incluso prueba con el machacador de ajos. 
  2. Pones todos los ingredientes juntos y los bates con cuidado con unas varillas. No uses eléctricas para evitar que se corte la mayonesa y pierda la salsa su consistencia.



Flan de naranja

marzo 23, 2025
Poco se habla del desorden virtual que las contraseñas dejan en nuestra vida. No creas que me pongo trágica con ésto pero te juro que cada vez que tengo que meter una contraseña porque de repente se borraron las cookies o algo peor, me sale sarampión. 

Yo no sé tú, pero tengo toda una colección de subversiones de una o dos genéricas que con el paso de los años las he tenido que ir añadiendo mayúsculas,  números, símbolos, mínimo ocho letras, máximo doce, que empiece por vocal y que hagan el pino puente. Tal es el guirigay, que luego nunca me acuerdo de cúal es cual y cúal es la última. Y ojo, que las apunto pero imagino que por obra y milagro de la ley de Murphym, nunca es la última y como internet a listillo no le gana nadie, me viene con le recochineo de esa contraseña es antigua, que pruebe con una versiñon más reciente.
Otras veces, cuando se tiran el pisto y parece que te van a hacer un favor dándote opción a usar las claves guardadas por el sistema, resulta que son más obsoletas que Windows95 y te hacen más profundo el roto porque gastastes un intento de los tres que tienes antes de que se bloquee el invento y termines con un "inténtalo más tarde".

A esto se le llama fatiga de contraseñas y no lo digo yo que parece que hay expertos que le han puesto nombre. Por eso, se inventaron otros métodos de verificación mandando sms o correos o pidiendo pines y demás galimatías que añaden más estrés que ayuda a la operación No sin mi contraseña.

Y todo esto ¿Para qué? Pues para que vengan unos hakers y hagan públicas esas contraseñas que tantos esfuerzos te han costado pero que como quieren dejar en evidencia a las grandes coorporaciones, se cuelan sin reparos en tu cyber refajo dejando tus vergüenzas al aire. Y puestos a desnudarte, te suplantan identidad, te hacen chantajes, estafas y demás miserias. 
Un mes más, estamos de domingo en HomenajeBlog y esta vez ha sido el turno de blinky del blog Las recetas de Blinky. En cuento vi esta receta me enamoré perdidamente. Nos ha encantado y ya me están pinchando para que lo vuelva a hacer.


Ingredientes:
  • 10 láminas de gelatina
  • 500ml. de zumo de naranja
  • 400ml. de nata líquida
  • 225gr. de leche condensada
  • caramelo líquido
  • opcional: algo de vainilla

Preparación:

  1. Pon en remojo las láminas gelatina en agua fría, mínimo 10 minutos.
  2. Mientras, pon en un cazo el zumo, la nata y la leche condensada. A fuego medio, espera que rompa a hervir removiendo regularmente.
  3. Mientras, unta el molde (o moldes individuales) con caramelo líquido. 
  4. Al cazo con el líquido, le añades la gelatina escurriendo el agua con la mano. Remueve hasta que quede completamente diluida. Yo lo  hago con la batidora eléctrica.
  5. Rellena los moldes y deja que enfríen en la nevera. Los pequeños en 3 horas están listo. En molde grande, necesitará más tiempo.

Sapillos con sirope

marzo 08, 2025
Querida amiga, hoy no es día de felicitaciones, a no ser que sea tu cumpleaños. Hoy se festeja una lucha que nunca tendrá fin; primero porque tres cuartas parte del mundo sufre maltrato, violencia e injusticias y después, porque en cuanto bajamos la guardia, nos comen el terreno ganado y a nada que nos despistemos, nos vuelven a encerrar entre cuatro paredes para parir como conejas y servir al padre, al hermano o al esposo porque sí, porque a ellos les da la gana.

Hoy no es día para salir a la calle a halagar ninguna formación política. Mujeres somos todas sea cual sea nuestras creencias y raíces, y todas merecemos por derecho respeto e igualdad. No tenemos que estar de acuerdo en casi nada, salvo en esta idea porque a nada que nos relajemos salen a flote esas pandillas de machirulos que nos quieren presas y dóciles. Anuladas e invisibles. 
"Festejar", "celebrar" suena a jolgorio, a fiesta y como dice la RAE "fiesta u otra manifestación de alegría o agrado" y no, amiga, así no se lucha. Hay demasiadas injusticias ahí fuera y mucha lucha por librar sin olvidar nunca que nosotras, las del lado bueno del mundo, las que tenemos voz y comodidades, no podemos dejar de agradecer vivir en una sociedad que nos quiere libres.

El enemigo no es el varón, no son los hombres de nuestro entorno porque tenemos el derecho de mandarlos a freír espárragos si nos salen en plan señoros. No, la lucha está para con las silenciadas y reprimidas. 
Así que nadie venga a felicitarte porque no. Hay cosas por las que no podemos pasar porque hay gente que no se entera ni del nodo y eso tampoco lo podemos dejar pasar porque los canallas están deseando torcernos el renglón y eso tampoco lo podemos permitir. Si nosotras mismas no tenemos las cosas claras, ya me dirás tú que futuro nos espera. 

Hoy es un recuerdo a aquellas camiseras que ardieron sin que nadie atendiera sus reivindicaciones . Los sindicatos las ignoraron porque claro, qué iban a saber ellas de la lucha proletaria. En fin, no sabrían nada de política pero sí sabían que sus condiciones laborales eran infrahumanas. Cuando se quemaron, la ciudad de Nueva York se quedó sin madres, abuelas, hijas hermanas, primas y cuñadas. Y claro, "Ay pobre de nosotros" que no tenemos quien nos cocine, quien cambie los pañales ni quien nos zurza los calcetines. ¿Pobrecitos? ¡Venga hombre! Pobre de ellas que tuvieron una muerte tan cruel y tremenda. ¡Va por vosotras camiseras!
Ingredientes:
  • 150gr. pan viejo
  • 2 huevos
  • 2 cdas. azúcar
  • 100-150ml. leche
  • 50ml. zumo de naranja
  • ralladura de naranja
  • canela
  • aceite para freír
  • sirope de arce

Notas:
  • Como todas las recetas de aprovechamiento, estos sapillos se hacen a ojo de buen cubero así que no seas muy estricto y rectifica las cantidades según veas.
  • Cada pan absorbe líquidos de forma distinta así que tienes que ser flexible. Sé prudente y si ves que la masa se queda dura, añade un chorrito más de leche. Quedarse corto siempre tiene remedio.
  • La consistencia tiene que ser jugosa pero sin que flote líquido.

Preparación:
  1. Desmenuza el pan en un bol.
  2. Mezcla el resto de ingredientes y lo añades al pan. Deja que repose unos 15 minutos. Si ves que queda seca la masa, añade un poco  más de leche.
  3. Coge pegotes de masa con la ayuda de una cuchara y los fríes en aceite abundante a fuego medio alto. Deja que escurran sobre papel absorbente de cocina.
  4. Báñalos con un buen chorro de sirope de arce pero que no encharque porque si no quedarán muy dulces.

Pollo al pimentón o Paprikahuhn o paprikás csirke

febrero 16, 2025
Esta de hoy vuelve a ser una receta con historia que une -o desune, según se mire- a la cocina heredada del Imperio Austrohúngaro. Es una receta muy parecida al gulás de pollo aunque en ambos lados de la frontera se dice que nones, que nada que ver pero créeme que las diferencias son mínimas y puestos a buscar un causante digamos que la cosa depende de la cantidad de crema agría (Sauerrham lo llaman los austriacos y tejföl los húngaros).

El caso es que, del mismo modo que ocurrió con el gulás vienés, cuando el imperio se descuartizó, la burguesía húngara se afanó en ensalzar lo propio para poner distancia de todo lo que oliese a austriaco: sus ropas tradicionales, la lengua y la comida, evidentemente.
Si el gulás de carne era guiso de boyeros o sea, de pastores, el de pollo era lo propio entre los granjeros. Hasta aquí todos contentos salvo que a las clases acomodadas les iba más el regustillo del guiso con crema agría y pimentón porque el gusto al pimiento era muy pero que muy extendido entre el pueblo llano que ya en su día se puso a la gresca con los turcos por aquella manía que les entró de no dejar que los húngaros plantasen pimientos. Y mira, no dieron su brazo a torcer. Lo cierto es que les importó un pimiento.

Pero en los restaurantes finos empezaron a servir el paprikás csirke con mucho éxito aunque el asuntillo del "pero esto es gulás" les acompañaba machaconamente. Hubo un intento -allá por 1938- de ponerle nombre propio para no disputar por bobadas y al jefe de cocina de un famoso hotel de Lillafüred, se ocurrió ponerle el nombre del mundialmente famoso científico y premio Nobel Albert Szent-Györgyi. Total, ya funcionó con el Székely gulyás así qué, ¿por qué no probar de nuevo?
Pues no, no cuajó la cosa. La gente prefirió llamarlo simplemente pollo al pimentón y dejarse de bobadas. Y los austriacos, por su parte, igual aunque aquí no hubo disputa alguna porque aunque se llame como se llame un austriaco va a tender a llamarlo gulash porque les chifla cualquiera de sus variantes que son un montón, por cierto.

Lo he dejado acompañar por unos Spätzle que son uno de los acompañamientos favoritos de mis paisanos y por lo que sea, al Paprikahuhn si lo acompañas de otra cosa se convierte en... ¡eso es! En Gulash de pollo :-)

Segundo domingo del reto Homenajeblog  de este año donde como siempre buscamos el encuentro y la amistad cocinando cosas ricas. Cada mes nos colamos en cocinas ajenas y homenajeamos al anfitrión cocinado alguna de sus recetas. Justo un año después, vuelve a ser el turno de Gloria,  de Comidería y postrería. La vez anterior, me encapriché de estas bambas de nata que eran uno de mis dulces favoritos y en esta ocasión me he lanzado por este pollo al pimentón para homenajear de paso a mis austriaquitos que tengo en casa.


Ingredientes para 3-4 personas:
  • 3-4 pechugas de pollo
  • cebolla muy picada
  • 2 dientes de ajo
  • 1/2 vaso de tomate triturado
  • 2cdas. de concentrado de tomate o salsa
  • 1 cda. de pimentón dulce tipo murciano (sin ahumar)
  • 1 cda. de pimentón picante
  • Sal y pimienta
  • 1/2 vaso de vino blanco
  • 1 vaso de caldo de pollo o verduras
  • opcional: 1 cdta. de maicena para ligar la salsa. Yo no la uso.
  • 2 cdas. de crema agría (Sauerrham o creme fraise)
  • Algo de aceite o mantequilla para la sartén

Preparación:
  1. Corta el pollo en trozos no muy pequeños para que no se sequen mucho y los rehogas en una sartén con un poco de aceite o mantequilla.
  2. Le añades el ajo machacado y la cebolla muy fina. A continuación, el tomate triturado y concentrado, los pimentones y salpimientas. Lo vas rehogando.
  3. Añade el vino y el caldo hasta que cubra ligeramente y deja que cueza a fuego suave unos 15 minutos.
  4. Si ves que la salsa no queda bien ligada, espesa con un poco de maicena (en un culín de agua lo diluyes previamente).
  5. Una vez finalizado, le añades la crema agría y la ligas bien con el guiso.


Gulás vienés o Wiener Gulasch

enero 27, 2025
Querido tragaldabas que paseas por estas páginas en busca de delicias y otros menesteres, tengo a bien decirte que, después de cuatro gulás (el clásico, el de chucrut, el de rebozuelosel de patata y salchicha) por fin traigo el clásico vienés que prometí hace trece años. Sí, he tardado un pelín pero aquí está, no nos vamos a poner ahora quisquillosos que no nos lleva a ninguna parte.

En fin, que como soy como soy, ya conté la historia del vienés en el gulás de rebozuelos y en el de patatas porque no me supe contener pero aún quedan matices en el tintero que son dignos de contar. ¿Por qué todo este revuelo con el origen del gulás?

Pues lo clásico. Mientras austriacos y húngaros hacían imperio, entre ellos - me refiero a los nobles que el pueblo ya tenía bastante con que le dejaran vivir- había roces de rancio abolengo. Que si yo soy más duque que tú porque soy bávaro; ni hablar del peluquín que pa'nobleza mis pimientos serranos que los húngaros somos de sangre azul a rabiar; no flipéis tanto carrozas que la nobleza fetén es la que vive y zampa en Viena... y así estaban, con sus eternos piques.
En cualquier caso, en lo que sí estaban de acuerdo es que a ellos les gustaba el gulás al estilo imperial, es decir, como le gustaba al Francisco José I, con solomillo, sin pimientos y con mucho paprika. Vaya, con mucho pimentón. Aquí no había conflicto porque las cosas que come el populacho como que no son nada chic. Hasta que llegaron las dos gran guerras, la revolución soviética y se lio parda.

Si bien es cierto que entre una cosa y otra nunca cesaron los mamporrazos, estas guerras fueron terroríficas sumado a los acuerdos de Versalles que redefinían el mapa europeo, hicieron que austriacos y húngaros dejaran de ser hermanos para convertirse en vecinos. El impero se desintegró y la nobleza húngara, en un intento de reivindicar su independencia nacional sin austriacos, renunció al gulás vienés por el de la gente humilde, por el de toda la vida. Era lo justo.

Pero también fue de justicia que los austriacos se quedaran con su versión, eso sí, renunciando al solomillo del Kaiser porque además, para qué desperdiciarlo habiendo otras tajadas mucho más jugosas. 
Ingredientes para 4 personas:
  • 2 cebollas medianas
  • 1 cda. de mantequilla o un chorrito de aceite
  • 3/4 kg. de vacuno (morcillo o cualquier corte especial para guisar)
  • sal y pimienta
  • 2 dientes de ajo
  • 1 y 1/2 cda. de pimentón tipo murciano
  • 3 cdas. de tomate concentrado (o salsa de tomate)
  • 1 hoja de laurel
  • 1 cdta. de mejorana
  • 1 cdta. de comino molido
  • 1/2 vaso de vino tinto
  • 1 vaso de caldo de carne (puede que algo más)

Notas:
  • La cebolla hay que picarla muy muy menuda y refreírla hasta que coja bastante color. Hay quien dice que este es el truco del gulás.
  • Es un guiso de cocción larga. Lo suyo, es dejar que cueza en una cacerola entre 2-3 horas. Se puso de moda hace unos años, cocerlo en el horno. Yo ya voy a lo práctico y lo hago en la olla rápida y tan bien, que nadie ha notado diferencia. En media hora está listo.
  • Aquí se sirve siempre acompañado de las pelotas de pan o con Serviettenknödel pero fuera de Austria puedes acompañarlo de lo que quieras.

Preparación:
  1. Pica la cebolla requetefina y la doras en la olla con un poco de mantequilla o aceite hasta que coja bien de color pero sin quemarla.
  2. Añade la carne cortada en trozos no muy grandes y la rehogas para que se selle y no pierda jugosidad. Salpimienta y añade el ajo machacado.
  3. A continuación, añade el pimentón y deja que rehogue. 
  4. Añade el tomate, la mejorana y el comino sin dejar de rehogar el guiso. Por último, echa el laurel, el vino y el caldo. Cuida que cubra. Cierras la olla y a fuego medio dejas que se haga la carne una media hora.

Albóndigas a la jardinera

enero 19, 2025
Hoy llevo un día de tocada de pelotas increíble. Me he topado con el reel de un cura mexicano haciendo chiste de lo fácil que es hacer feliz a una mujer; dice que para ello un hombre solo tiene que ser... y se pone el tipo a recitar una sarta de despropósitos de escándalo: que si además de amigo, amante, hermano, padre (¿?) un hombre debe ser psicólogo, ginecólogo, maestro, plomero y hasta decorador de interiores. Qué chisposo el padrecito haciendo chistes flojos en el país latinoamericano - después de Brasil- con más feminicidios haciendo gala de una prepotencia machista que ralla con lo obsceno.

Pero claro, es que cómo somos. Histéricas - hay quien sigue creyendo que es una enfermedad femenina-, amargadas y poco juiciosas. No nos conformamos con nada y, como aclara el comentario de un humilde parroquiano "y aun cumpliendo todos esos requisitos, al final dicen: eres muy perfecto yo quiero sentir la aventura el peligro y se van con un pendejo....mujeres".

¿Por qué esta tirria, esta inquina a las mujeres? A veces generalizada, a gran o pequeña escala, camuflada en paternalismos y casi siempre, en victimismos varios: desde qué malotas somos por no querer planchar camisas o quemar las lentejas de vez en cuando a que si no hay quién nos entienda.
Mira, no voy a entrar en los motivos por los que una pareja no funciona. Y eso que ahora mismo echo chispas porque estoy hasta las albóndigas de insistirle al Günter que se involucre más en las tareas, que respete mi trabajo doméstico, que sea más agradecido con lo que hago... y con lo que trago. Lo nerviosa que me pone ver sus torres de papeles sin valor (propaganda, publi, etc.) que se extienden de una habitación a otra, tickets en cajas de zapatos de hace más de diez años... y luego que no sabe por qué echo chispas, que es problema mío gestionar mi mala leche y que lo que debería tener es más PACIENCIA. Toma ya. Veintitantos años breando con su síndrome de Diógenes pero oye, que soy una impaciente sin sentido del estoicismo. 

Mira, no voy a entrar -por segunda vez- en los motivos por los que una pareja no funciona. Pero lo mismo, va a ser importante en una relación poder expresarse con soltura y hablar de los hábitos molestos del otro sin tener que estar repitiéndolo 20 años. Lo mismo, va a ser importante cuidar las conexiones emocionales más allá del qué quieres que haga o diga. Lo mismo, también, va a ser importante no mirar a la madre de tus hijos como un híbrido entre Alexa y la Thermomix. 

Lo mismo, si se tiene en cuenta que las mujeres somos seres emocionales marcadas en cada etapa de la vida por nuestras hormonas -que no locura ni infantilismo- se entendería mejor que a veces necesitamos ser escuchadas por oídos generosos que nos motiven a crecer como personas y no como madres, amas de casa y esposas. Podríamos ser mucho más si nos alentaran a mantener la ilusión. Vamos, digo yo.

PD. A quien pueda interesar: los aspavientos no los desatamos por cualquier minucia; salen cuando ya estamos hasta el moño. 
Y aquí estamos como cada mes, porque hoy es domingo de reto con Homenajeblog donde nos colamos en cocinas ajenas y homenajeamos al anfitrión cocinando alguna de sus recetas. Esta vez tenemos el gustazo de hacerle los honores a Catina del blog La cocina de Catina un blog que conozco fenomenal desde hace mucho tiempo y al que tengo muchísimo cariño. Catina tiene un montón de recetas muy mediterráneas con ingredientes de su tierra lo que hace que yo muera de envidia porque desde aquí me es imposible degustarlos. Me decidí por estas albóndigas a la jardinera porque también era una receta muy de mi madre así que le he añadido algún truquillo de Maite-madre. ¡Muchas gracias Catina!

Ingredientes
Para las albóndigas:
  • 3/4 kgr. de carne picada de cerdo y ternera 
  • perejil
  • ajo en polvo a tu gusto
  • miga de pan mojada en leche
  • 3 huevos
  • sal y pimienta
  • harina para rebozar
  • Aceite para freír

Para la salsa:
  • 3-4 zanahorias a tu gusto
  • 1/2 puerro
  • 1 tomate
  • 1 cebolla pequeña
  • un poquito de pimiento a tu gusto
  • 1 hoja de laurel
  • una pizca de clavo molido
  • 1 vaso de vino blanco o rosado
  • 1 vaso de agua (puede que algo más)
  • extracto de caldo de carne
  • guisantes a tu gusto
  •  sal y pimienta a tu gusto
Notas:
  • Mi manera de hacer la salsa cambia un poco respecto a la elaboración de Catina. Hago primero un caldo que espeso con un poco de la harina de rebozar y luego la cuajo y dejo que coja sabor con la carne, Bueno, todos los caminos llevan a Roma.
  • A la salsa le añado un poco de pimiento como hacía mi madre. Sus truquillos, ya sabes.
  • A la carne le pongo ajo en polvo porque el ajo se me indigesta una barbaridad y así quedan más suaves. La cantidad de miga de pan también depende de que te gusten más suaves o más carnosas. De cualquier manera quedan ricas.
  • Puedes acompañarlas de patatas fritas, cocidas, al horno o puré de patata.

Preparación:
  1. En una cazuela, pon todos los ingredientes para la salsa y deja que cueza 15-20 minutos hasta que las zanahorias estén al dente. Intenta que sean finitas y si no, las puedes cortar por la mitad verticalmente. Una vez al dente, las retiras y las reservas. Quita el laurel, añade un poco del harina de rebozar y tritura hasta que no queden restos.
  2. Mientras, mezcla la carne con la sal y pimienta, el ajo y el perejil. Tritura a parte los huevos y la miga mojada en leche. Lo mezclas con la carne y haz bolitas que rebozarás en harina. 
  3. En la misma cazuela de la salsa, pon abundante aceite y fríe las albóndigas a fuego no muy fuerte para que no se queme la harina que sueltan.
  4. Retira el aceite, añade las albóndigas y la salsa que tenemos reservada. Corta las zanahorias en trocitos a tu gusto y las añades también. Deja que cueza unos 10 minutos.
  5. Los guisantes que he usado son de lata así que no necesitan cocción. Añádelos cuando apagues el fuego. Basta con que repose todo junto unos 3 minutos para que la salsa coja cuerpo.

Bicolor de mascarpone con cookies

enero 14, 2025
Hace apenas un par de meses me fui de la red social X. Dos semanas después, lo hice de Facebook. No los echo de menos. Tenía miedo de perder contacto con gente importante pero mira, si no nos hemos hablado en meses -o años- pues tan amigos no seremos. Y lo cierto es que no las echo de menos porque llevaba tiempo echándolas de más -a las plataformas, no a las personas-.

Los blogueros en general, llevamos mucho tiempo muy pillados con todo este mundo del social media. Lo hemos venido haciendo para atraer público al blog, algo que dejó de funcionar hace ya años. Lo hicimos mal. Tuvimos un tirón estupendo porque la gente quería contenidos frescos, sinceros, con el encanto de estar por casa, de tú a tú sin los maniqueos y manipulaciones de las publicaciones escritas que hubo hasta ese momento. 

Había muchos libros de recetas que mentían más que hablaban, con medidas imposibles y fotos que no correspondían, y estos son fracasos que se llevan mal porque además de gastarte una pasta en el volumen de turno, la cara de pringadete que se te queda es monumental. Los que vivíamos fuera, compartíamos todo lo que íbamos descubriendo; nuevos sabores, formas de hacer... madre mía, cuánto aprendí entonces. 

Y creo que uno de nuestros grandes logros, fue lo de tomarnos la molestia de traducir aquello de "un puñaito" "lo que te dé" "lo que te admita" y lo convertimos en medidas y pasos a paso para que se viera una preparación, una textura o una consistencia. Es bueno que sepas, que a veces, cuando ves un receta publicada, antes se ha probado y ajustado hasta dar con la textura ideal o el azúcar y la grasa recortadas, etc. Esto algunos lo seguimos haciendo.
Pero llegaron los egos gordos, los endiosamientos y los blogueros dejamos de compartir experiencias convirtiendo nuestras cocinas en escaparates de lo bien que hacemos todo y lo mucho que sabemos: hemos ido de chefs, fotógrafos, dietistas y nutricionistas. Y mientras se nos iba la pinza, un aluvión de nuevos blogs aterrizaron con la única meta de ser famosos. Llegó Facebook y aquello ya fue la locura. 

Spam, spam y spam de recetas a saco usando todo tipo de tretas para conseguir una visita. Tal fue la merendola y nos colapsó de tal manera, que los malos rollos y envidias se aireaban abiertamente sin ningún pudor, se cancelaban blogs por pura malicia y el mundo de "esa me ha copiado" era el pan nuestro de cada día.  Con Twitter fue distinto. A la gente de por allí no les interesaba nuestro contenido así que después de un breve fogoneo la cosa decayó rápidamente. 

Con Instagram, las tornas cambiaron. Los blogueros no lo vimos venir porque no es un medio apto para el spameo aunque aún lo sigamos intentando. Insta es una red para crear contenido guapi, rápido y de corto recorrido. Eso de intentar desviarlo no funciona. Todo se cuenta en videos cortos muy cuquis y facilones que esconden el verdadero guarreo de muchas recetas. Y mienten más que hablan, algo que se ha formalizado de una forma magistral porque la verdad no importa más allá del postureo, que quede mono y a por más. 

Ya no se comparte, ni se habla ni se es generoso. O casi porque aún resistimos unos cuantos blogueros "vintage" como leí hace poco en Bluesky, un lugar por cierto donde me siento muy a gusto. No importan mucho ni los likes ni los seguidores pero, de momento, es un sitio donde el contenido parece lo más importante sin trolls ni postureos. Claro, la falta de seguidores es lo que tiene, baja a la gente de muchos pedestales y eso no es para todos los públicos. A ver lo que dura.

Después de esta reflexión que daría para mucho más, te dejo con un postre que parece un remake de estos vasitos de tiramisú de chocolate porque son ese tipo de postres que gustan mucho en casa así que estiro el chicle todo lo que haga falta. Son facilones y conquistan. No hace falta mucho más.


Ingredientes (para 6-8 vasitos)
Para la crema de chocolate:
  • 1 sobre de pudding o natillas
  • 500ml. de leche
  • 50gr. de azúcar
  • 50gr. de chocolate
  • 20gr. de cacao puro 100%
  • 150gr. de mascarpone
  • 3 ó 4 cookies

    Para la crema de mascarpone:

    • 350gr. de mascarpone
    • 225gr. de Sauerrham o yogur griego
    • 50gr. de azúcar
    • vainilla
    • 3 ó 4 cookies

    Preparación:
    1. Pon a calentar la leche, el azúcar, el chocolate y el cacao. Reserva un poco de leche donde mezclar los polvos del pudding. Cuando rompa a hervir, añade esta mezcla y sin dejar de remover espera a que espese y vuelva a cocer. Cúbrelo con film de plástico y deja que enfríe.
    2. Mezcla con ayuda de unas varillas, el mascarpone, el yogur, la vainilla y el azúcar. Cuando tengas una crema suave y sin grumos, añade las galletas en trocitos pequeños. Reserva.
    3. Justo ante de ir a montar los vasitos, mezcla el pudding de chocolate con el mascarpone y las cookies en trocitos pequeños.
    4. Reparte la crema de chocolate en los vasitos. Después, haz lo mismo con la crema de mascarpone. Decora con unas migas de cookies. Refrigera. 

    ME APETECE

     
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