Kisir, ensalada turca de bulgur

agosto 26, 2025
Atención chicas, sujetaros que vienen curvas. Y a ustedes, caballeros, decirles que no se me ofendan porque el melón que vamos a abrir ahora mismito aunque parezca una generalización como la copa de un pino, quede por delante que no es mi deseo pluralizar en absoluto porque sé a ciencia cierta y de forma casi empírica que no todos sois iguales pero hay que tener en cuenta que el concepto -y contexto- rueda por ahí fuera y mi mente curiosa hace que me piquen los dedos si no tecleo sobre el tema.

Hala, al grano. Habrás oído mencionar en más de una eso de mansplaning y muy posiblemente no tengas ni idea de lo que es; yo, de hecho, no lo he sabido hasta hace un ratico porque cuando me topaba con la palabreja en redes me daba siempre muchísimo perezón pararme a investigar pero hoy... ¡Ay hoy! parece que hay días y días, y el destino -o mi curiosidad enfermiza- ha querido que me haya enredado en leer cosillas sobre el tema y mira, me he reído lo suyo. 
Y ahora sí que sí, al grano. No me demoro más y me pongo a cortar tajadas antes que el melón se nos pase: Hay una autora estadounidense -Rebecca Solnit- que además de escribir sobre un montón de temas super interesantes, en 2014 publicó un libro llamado Los hombres me explican cosas. El libro arranca con una anécdota graciosa cuando ella y una amiga acuden a una fiesta en Aspen y allí conoce al anfitrión, un señor muy rico, imponente y condescendiente, que lo cortés no está reñido con lo valiente, y a la que le pregunta qué tipo de libros escribe, hila sobre un libro increíble  pasando por completo del hecho de que era la autora, y por mucho que su amiga Sally le apuntaba "Ese es su libro" siempre que podía meter baza, el Sr. Muy Importante -así le llama Rebecca-  tiró pa'lante con su conferencia de experto y mira por donde, al final resultó que ni siquiera lo había leído; toda esa pedantería la afiló a partir de una reseña del New York Times. Con un par.

Y sobre eso, va el libro. No todo pero esto es lo que ha trascendido: esa manía de algunos hombres de dar por hecho que siempre van a saber más que una mujer aunque ellos no sepan casi nada y ellas sean expertas de la leche. Y ese paternalismo o condescendencia, a veces se expresa de manera muy... no sé si decir ofensiva o grotesca o incluso despectiva porque por lo que sea, algunos hombres -esos hombres, no los otros- llevan mal que las mujeres sepan cosas.
Y claro, la gente empezó a echar chispas. Un montón de hombres se ofendieron -llevo leídos comentarios de unos cuantos y sus argumentos son de chiste- y otros, bajo el paraguas del feminismo le dieron el nombre de mansplaning: man (hombre) y explaining (explicar). Solnit ha salido varias veces al paso dejando claro que ella no comulga con el término y que el ensayo lo que pretende es dejar en evidencia la persistente desigualdad entre mujeres y hombres y cuenta historias reales de cómo los hombres muestran una autoridad que no se han ganado, y las mujeres de forma casi instintiva aceptamos eso sin cuestionar nada. Porque realmente se trata de un patrón de conducta que está bien extendido y que todos identificamos claramente. 

A mí no hace mucho, un señor random -por no matizar- me estuvo explicando mi cambio hormonal. No me preguntó por mi proceso y cuando intentaba participar del mono-debate, me cortaba por lo sano. Y es verdad que para no liarla, dejé que me tomara por el pito de un sereno porque al fin y al cabo, las batallas hay que elegirlas muy pero que muy bien porque son agotadoras y da mucha fatiga entrar en ciertas polémicas chorras. Pero que tiene tela el tema... pues sí, lo tiene.

Y tú, ¿recuerdas alguna anécdota de señores que explican cosas? que no me entere yo que pasas por aquí sin contarnos algún chascarrillo :-)
A las abuelas, a las que luchan
por la igualdad de derechos,
a las soñadoras,
a los hombres que lo entienden,
a las jóvenes que continúan con la lucha,
a las más mayores que abrieron el camino,
a las conversaciones sin fin y a un mundo
que permitirá que Ella Nachimovitz
(nacida en enero de 2014)
se desarrolle para vivir
plenamente su vida.
Dedicatoria de Los Hombres me explican cosas
Ingredientes para 4:
  • 500gr. de bulgur
  • agua para el bulgur
  • 1 cebolla
  • 1-2 dientes de ajo
  • 2-3 cdas. de concentrado de tomate
  • 1-2 cdas. de Harissa o concentrado de pimiento
  • Baharat (o comino en polvo)
  • 2 tomates
  • 1 pimiento mediano
  • Cebolleta a tu gusto
  • perejil a tu gusto
  • aliño: aceite de oliva, sal y limón
  • Melaza de granada (yo usé de dátiles)
  • para decorar: pepino y/o granos de granada en temporada

Preparación:
  1. Para preparar el bulgur: lo hago igual que el couscous. Ponlo en un recipiente con tapa y le añades agua hirviendo hasta cubrirlo bien. Tapas y deja que absorba el agua. Después de unos minutos lo mueves y lo pruebas. Si está algo duro, echa algo más de agua hirviendo y vuelve a tapar hasta que absorba toda la humedad. Es mejor quedarse corto de agua que no al revés. Una vez a tu gusto, lo salas y reservas.
  2. En una sartén saltea la cebolla y el ajo cortado en fino. Añade la pasta de pimiento, de tomate y las especias. Lo ligas bien y se lo añades al bulgur.
  3. Corta la cebollera, el tomate y el pimiento en trocitos menudos y lo añades al bulgur. Prepara el aliño con un poquito de melaza y se lo añades. 
  4. Termina con el perejil, rodajas de pepino y/o granos de granada en temporada. Puedes servir fría o templada.


Pinchitos de pavo y calabacín

agosto 21, 2025
discernir
Del lat. discernĕre.
Conjug. modelo.
tr. Distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas. Comúnmente se refiere a operaciones del ánimo.
tr. Conceder u otorgar un cargo, distinción u honor.

El derecho a discernir en términos jurídicos, no expresa un derecho como tal sino todo lo contrario, puesto que se refiere a la obligación de distinguir entre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, a ser responsable a la hora de tomar decisiones y en caso contrario, un juzgado te puede deshabilitar y entender que no estás con plenas facultades declarándote incapacitado legal para realizar ciertos actos jurídicos sin que un representante decida por ti.

Esto le pasó a Britney Spears por ejemplo, lo mismo que a otras celebridades de Hollywood con mucha pasta donde por miedo a que se fulminaran el patrimonio en banalidades, sus progenitores airearon sus trapos sucios públicamente para hacer que un juez les hiciera responsables a ellos de los cuartos y las mansiones. Estos son casos a gran escala pero con pleitos de andar por casa, los juzgados están llenos de hijos que no quieren que sus padres les deshereden o tan solo que gasten su patrimonio con nuevos amores, amigos o caprichos y piden fervientemente que incapaciten a sus papis del alma para que no gasten ni un euro más del necesario.

¿En serio que la cosa va de distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿lo justo y lo injusto? de ser así, ni Trump ni Putin tendrían acceso al famoso botón rojo de las armas nucleares, ni Netanyahu estaría cometiendo la masacre en Gaza, ni tantos millonarios descerebrados estarían repartiéndose el mundo a sus anchas; y no para comérselo, sino para dejarlo pudrir. Ascazo, oiga.
En cambio, sí soy muy fan del derecho a discernir en la vida cotidiana como un rayito de esperanza que nos ayude a evaluar las distintas opciones que tenemos a mano y elegir la mejor alternativa, de forma responsable y por su puesto teniendo en cuenta siempre las posibles consecuencias de nuestras decisiones. Bah, lo escribo y me da la risa. Suena tan ñoño.

Pero entre medias del discernimiento ñoño y el legal, está el democrático, el derecho -ahora sí que sí- de tener la libertad de expresar desacuerdo con opiniones o decisiones ajenas, siempre y cuando estos juicios de valor se hagan dentro del respeto al próximo algo que parece que no tenemos nada, pero nada claro. 

Primero por una cuestión práctica algo desdibujada: no sabemos distinguir entre hechos y opiniones. Esto nos genera un estrés intelectual del copón. Cada vez es más común ver gente influyente y de poder colándonos hechos a la imagen y semejanza de sus doctrinas haciendo que cualquier debate sea infructuoso y desalentador. Qué pereza. Y es que cualquier hecho, si lo sacas de su contexto, lo puedes adaptar a tu relato por muy poco ético que sea. Lo vemos a diario con políticos y periodistas que nos manipulan hasta el aburrimiento con estas tácticas. 
Y luego di algo. Expresa tu opinión y te van a devorar unos y otros a las primeras de cambio. Hoy eres facha o comunista -o las dos cosas- a nada que se te tuerza el renglón y el manual de frases y adjetivos faltones está en apogeo promovido, claro, por los propios políticos desde sus púlpitos, porque saben que cuanto más estrafalaria y feroz es la faltada, más eco y repercusión tienen.

Y si los que deberían dar ejemplo, los que moralmente tendrían que estar capacitados para debatir en términos más respetuosos, alentando a los suyos, por supuesto, pero sin faltar a los que no piensan igual, demostrando que el derecho a la libertad de pensamiento y la pluralidad de una sociedad sana es su pilar fundamental, si esto no cala en los líderes, que podemos esperar de sus seguidores que por lo que sea les encanta servir al de arriba y en cuanto se les azuza, hacen linchadas y escraches con una furia salvaje más propia de bestias rabiosas que de seres racionales. 

En fin, que conste que no busco pinchar en absoluto. Yo lo que pretendo es que pruebes estos pinchitos de carne de pavo con calabacín que han gustado mucho en casa y que vuelve a ser una receta con la que mantener contento al anti calabacín de la casa, que cada día está más dispuesto a reconocer públicamente que el calabacín, bien cocinado, está de vicio.
Ingredientes:
  • 500gr. de pavo molido
  • 150gr. de calabacín
  • 80gr. de pan rallado (o pan duro)
  • 50gr. de queso parmesano
  • 1 huevo
  • sal y pimienta
  • opcional: cebolla y/o ajo en polvo

Preparación:
  1. Pon todos los ingredientes en el procesador de cocina y haces una masa con ellos. Coge porciones de la masa, le das forma alargada y lo ensartas en un palillo de pinchitos.
  2. En una sartén o parrilla, haz los pinchitos con un poquito de aceite de oliva. Sírvelos con la guarnición que más te guste.

Torticas de calabacín y atún

agosto 18, 2025
Ha querido la casualidad que me haya puesto a leer El vino del estío justo ahora, en verano. No ha sido premeditado pero como las casualidades no existen, puedo pensar -porque nada me lo impide- que lo mismo hay libros que se acercan o se alejan a su entero capricho, buscando el momento preciso para echar raíz en las manos del lector casual o peor aún, del lector sembrador de causas más o menos perdidas pero capaz de mantener viva la llama novelesca universal, esa lumbre común que forjan los humanos cada vez que abren un libro calentando la imaginación de tal manera que a veces parece que alcanzará los 451ºF. Pero eso nunca puede pasar. Una mente viva y ávida de aventuras, pensamientos o líricas jamás quema libros. Esa labor la llevan a cabo las mentes obtusas y necias que temen por encima de todas las cosas, al libre pensador. Porque la voluntad, con tortura, se anula y doblega. El pensamiento jamás.

Y mira que podría haber empezado por sus Crónicas marcianas, porque le tengo muchas ganas, pero ha sido El vino de diente de león -título original que me parece precioso y tiene su cosa- y la mente inquieta de Douglas Spaulding quien me ha atrapado en su verano de 1.928 en Illinois haciéndome recordar que muchas de sus dudas y descubrimientos también los experimenté en su día, muchos años después y en un lugar de la Mancha que a todas luces, nada tiene en común con Illinois.

Pero las mentes vivarachas de los chiquillos, son así todas... o más o menos, capaces de mezclar lo cotidiano y aburrido con acontecimientos fantásticos que solo pueden nacer de una mente infantil antes de ser achicharrada por la pubertad y todo el circo que se monta después, cuando les obligamos a crecer y a enterrar su universo privado para así evitar distracciones a la que les lanzamos sin paracaídas al mundo adulto. Cómo si no fuera compatible la madurez y la fantasía. Como si soñar le quitara importancia o inteligencia o porte al individuo que cada mañana va al trabajo y vuelve baldado, y aún sin ganas tiene que brear con los hijos, y los suegros, y los vecinos, y el mecánico.
Yo me he permitido en mis vacaciones del estío, pedalear por lagos enormes y pocos profundos, llenos de lodo y de patos y garzas y cisnes; me he regalado tardes leyendo a Ray Bradbury al borde del estanque de peces de una pensión checa donde los zapateros se deslizaban sobre el agua en manadas dejando cientos de pequeñas ondas expansivas a su paso y entre las páginas veraniegas de los Spaulding se detenía mi lectura en seco cada vez que un pez saltarín se contorsionaba fuera del lago en busca de un sabroso insecto que le alegrase la tarde.

Qué bonito es el mundo cuando merodean los soñadores por todos sus rincones a pesar de su ingenuidad ante lo práctico y ambicioso. Porque, como dijo el viejo Leo Auffmann al abuelo Spaulding: "¿Acaso hoy las máquinas no nos hacen llorar? ¡Sí! Cada vez que el hombre y la máquina parece que se van a entender... ¡bum! Alguien añade un engranaje y los aeroplanos nos tiran bombas, los coches nos arrojan a los precipicios..." porque mientras la gran parte de mundo anhela un mundo más confortable y amable, un pequeño porcentaje de codiciosos desalmados se empeñan en ponerle bombas a todo y hacen que la vida, lo único importante que tenemos se convierta en una pesadilla interminable. 

Así que, una vez más, me declaro afortunada por tener la vida que tengo; lamento que los que ponen bombas en los aeroplanos sigan en sus trece de quitarnos lo bonito y lo amable; y sobre todo, y aún con todo, le pido a la divinidad pertinente en obrar milagros, que le dé a todos los habitantes de la Tierra lo mismo que yo tengo, ni un euro más ni uno menos, y te aseguro que todos tendríamos tiempo de leer apaciblemente en una pensión checa, dinero suficiente para vivir bien -y sin exagerar- pero sin caudales suficiente para comprar bombas.
Y sobra decir lo agradecida que estoy al huerto que tantas cosas ricas nos da cada verano; y a las mil y una formas de hacer torticas con o sin calabacín. Anoche hice unas estupendas de patata y calabacín que volveré a hacer pronto para publicarlas pero antes colaré unas fantásticas que probé en las vacaciones -en la pensión del lago con zapateros y peces saltarines contorsionistas- de patata y berenjena con col al estilo checo... pero tendrá que ser para otra. Hoy estas de atún que también han triunfado.
Ingredientes:
  • 1 calabacín mediano (unos 200gr)
  • Atún a tu gusto (entre 80-150gr)
  • 200gr. de harina (yo le pongo parte integral)
  • 1 sobre de polvos de hornear
  • 50ml. de agua
  • sal y pimienta
  • algo de cebolla en polvo (opcional)
  • 3 cdas. de parmesano rallado
  • algo de queso gouda o mozarela rallado
  • algo de aceite de oliva

Preparación:
  1. Ralla el calabacín  y lo mezclas con el resto de ingredientes  hasta que tengas una masa pegajosa pero firme. Si ves que queda muy dura, añade una pizca más de harina. Yo, el último ingrediente que le añado es el queso mozarela rallado. También puedes añadirle a la masa una cucharada de aceite de oliva.
  2. En una sartén, pon un poco de aceite de oliva y con ayuda de una cuchara, vas echando pegotes de masa. Cuando le des la vuelta, lo aplastas a tu gusto para que queden más finas o más gorditas.
  3. Puedes servirlas con pipirrana y tu salsa favorita.



Causa limeña de atún

agosto 09, 2025
Hay amores que en la literatura y el cine funcionan fenomenal pero que si los desgranas, o simplemente reflexionas sobre ellos, ves al primer plumazo lo mal que gestionamos el concepto romántico o aquello de "el amor de tu vida". Lo primero, porque nos han aleccionado durante siglos a creer que el amor verdadero es el que dura toda la vida. A ver, a ver, seamos francos; nos casaban a la fuerza, coila, que no nos dejaban elegir así que no quedaba otra que llenar la cabeza de las jovencitas con cuento de hadas y príncipes azules porque no había otra forma de engañar a las chicas casaderas en ciernes. 

Yo nunca he entendido, por ejemplo, donde está el romanticismo en las obras de Jane Austen -ojo, sus novelas, no las películas que se han hecho sobre sus libros- porque es una crítica social tremenda pero claro, pasa desapercibida la injusticia de que las mujeres no pudieran heredar quedando completamente desahuciadas a la espera que alguna de las hijas hiciera un buen casamiento; o las sobrinas venidas a menos en las buenas familias que solo valían para ser damas de compañía y era escandaloso que optaran a un buen matrimonio y menos por amor, claro, y eso que la Austen era muy positiva con sus finales.
Y seguimos con las mismas. Hay una saga literaria, After, donde el prota malote hace una apuesta con su panda para cepillar y desvirgar a la prota y zas, se enamoran y ya todo es música de violines. ¡Venga, hombre! ese tipo es un miserable perverso, inmaduro sí, pero miserable y de escaso calado moral. Y ahí está, como el icono de Romeo o de Don Juan... Así que, con esta mentalidad ¿Qué puede salir mal?

Pues muchas cosas más. A la toxicidad romántica que justifica celos, posesión y manipulación, añade el mundo WhatsApp a las relaciones. He oído que empieza a ser muy común que las parejas tengan que compartirse todo el día -y la noche- la ubicación y dejar de hacerlo, es motivo de super bronca o algo peor. los motivos para justificar ésto son los típicos: es que si no me preocupo, es para saber cuando llegas a casa, etc. Pero pobre de ti como no entres en este berenjenal. Y ésto no es todo, amigos: "Oye, ¿no me dices nada?" "¿Hola? ¿Hey? ¿Hoooola? ¿Holaaaa? ¿Estás ahí?" y pobre de ti como estés en línea y no contestes al segundo, o que se quede un mensaje en leídos o "¿Con quién estás?", "Mándame una foto para saber cómo estás"... en fin, seguro que sabrás muchas más de estas tretas inmundas que para nada reflejan amor sino posesión, celos y desconfianza.  

Y luego, cuando intentas ser sensato y de paso marcar los límites, -en esas intentonas por hablar como gente civilizada-, te encuentras de cara ante un proceso de victimización que no hay quién lo digiera porque para salir de una relación tóxica hay que poner pies en polvorosa. Intentar identificar los problemas con un tóxico es misión imposible. Todo lo que digas será usado para hacerte luz de gas. Porque en este tipo de relaciones se aguanta lo que no está escrito y más, pero nunca revierten. No se llega a ese punto necesario de pensar "Oye, lo mismo tengo que trabajar estos asuntillos" porque se niega siempre la mayor porque la situación está viciada desde el principio. No hay manera de cambiar ciertos hábitos. Por lo menos, yo no conozco ninguna relación que lo haya conseguido a largo plazo. El que es celoso lo es machaconamente para toda la vida. El que es posesivo lo es para siempre. Por lo menos, eso es lo que veo. Ojalá me equivoque. 
Lo bueno de todo esto, es que si en una movida de estás se te infla el papo, puedes optar al bloqueo general y mira, aquí paz. Y si te busca y te acosa ya no es una aventura del copón pedir una orden de alejamiento. Ya es triste tener que llegar a esto pero mira, me viene una reflexión que hizo un señor argentino sobre su ex quien le ha puteado sin piedad hasta unos límites grotescos: decía que mirando atrás, no conseguía recordar los sentimientos que le llevaron a jurarle amor eterno en el altar, a decidir compartir su vida con ella y tener a sus tres hijos... por más que intentaba recordar, no podía entenderlo.

Así que gente bonita: no os desgastéis con esas parejas que os dicen que os quieren tanto que pierden la cabeza... no, no, la cabeza ya estaría mal amueblada de serie. El autentico amor, debería soltar y dejar volar cuando detectes ya no tanto que alguien te hace mal, que eso es fácil: es saber cuando tú haces mal a alguien que quieres y por puro compromiso emocional, deberías soltar rienda y si se tercia y lo tienes que dejar volar, pues que sea. El abuso emocional es una mierda como la copa de un pino. O  más.

Somos más bonitos siendo libres para amar y para dejar de hacerlo.
Ingredientes para 4 raciones:
  • 800gr. de papa amarilla (o la que tengas)
  • 2-3 cdas. de pasta de ají amarillo 
  • limón
Para el relleno de atún:
  • 200gr. de atún
  • algo de cebolla picada a tu gusto
  • mayonesa casera y suave (rebajada con yogur)
  • limón y perejil
  • sal y pimienta
  • 1 palta (aguacate)
Salsa de ají amarillo:
  • 2-3 cdas. de mayonesa
  • 1-2 cdas. de yogur
  • limón a tu gusto
  • sal y pimienta
  • 2 cdas. de pasta de ají amarillo
  • opcional: salsa worcester
Para decorar:
  • 1 huevo duro
  • tomates cherry
  • perejil
  • mayonesa
  • salsa de ají amarillo
  • unos copos de ají rojo

Preparación:
  1. Cuece las patatas hasta que estén tiernas, las pelas y las machacas con las pasta de ají, el limón a tu gusto, sal y pimienta. reservas.
  2. Mezcla el atún con cebolla picada a tu gusto, mayonesa, limón, perejil y sal y pimienta. Reserva.
  3. Pela el aguacate y lo cortas en rodajas finas. Reserva.
  4. Puedes montar en un molde de plum-cake, en una fuente de pírex o individualmente con un aro de emplatar. Empieza con una capa de papa, luego de atún, otra de aguacate y termina con otra de papa.
  5. Adorna con un poco de mayo, el huevo, los tomates y buen chorro de salsa de ají y perejil.

Sangría de vino blanco

agosto 06, 2025
Quien siga y lea regularmente este blog, sabrá que la dueña del local es muy dada a las reflexiones psicológicas algo que me ha atraído siempre mucho pero ya no tanto por su lado científico o divulgativo sino más bien por el humano; por aquello de saber más de mí y de las personas que me rodean; incluso, hasta para saber sobre mi gato y sobre las dos super arañas que viven y crían en la caseta de las bicis.

Me gusta que se hable sobre cosas de la mente y del alma más allá de un catecismo que es lo que este mundo nuestro ha masticado por los siglos de los siglos. Está fantástica la visibilidad que hoy se da a un montón de conductas, enfermedades y síndromes que han ayudado a eliminar estigmas y a aceptar con normalidad y sin rechazos a gran parte de la sociedad que hasta hace muy poco eran tratados como frikis circenses o algo peor.

Me gusta saber más de mí misma y de mi interactuación con el mundo que me rodea, primero por curiosidad aunque principalmente porque quiero ser mejor persona y a ser posible, me gustaría detectar mis averías a tiempo, cosa que aun no he logrado acumular una buena estadística que me acredite como dueña de una versión mejorada de mí misma. Bueno, estoy en ello.
Pero tela marinera con lo que tengo que leer. Hay por ahí pululando cada vertedero de residuos tóxicos que es para fliparlo en colores sin necesidad de acudir a los psicofármacos. Lo último que ha caído sobre mis ojos, es un artículo que explica a fondo el fenómeno "the ick" que traducido literalmente significa el fenómeno del asco. Es bien simple: conoces a alguien, te chifla, estás que supuras jarabe de frambuesas por todos tus poros y ¡zas! en un visto y no visto le coges un ascazo mortal. 

A ver, yo he conocido gente -sobre todo en mi más tierna juventud- que le pasaban estas cosas pero siempre las he etiquetado de inmadurez emocional pura y dura, sin más remiendos. Este artículo, que lo tacha de apagón emocional, lo explica recurriendo a varios motivos: química y feromonas (puede ser), proyección de inseguridades (pues lo dicho antes, inmadurez), ansiedad o miedo a la intimidad (a ver, de qué estamos hablando gente) y -agárrate los machos- factores evolutivos. Toma ya. Y sin despeinarse. Cito textualmente:  Rasgos que asociamos inconscientemente con mala salud, baja higiene o debilidad pueden provocar rechazo. Por ejemplo, algo tan trivial como unos labios agrietados puede activar una alarma inconsciente sobre “mala salud” o “falta de cuidado”.

Pero no hay de qué preocuparse porque si sientes asco por alguien, te viene bien porque te ayuda a conocerte mejor. Ea. Te juro que a veces dudo mucho del prójimo. De verdad que se me hielan las entrañas con estas bobadas que dan rienda suelta al infantilismo social en un momento como éste, donde el ombligocentrismo es la reina del baile y ahora cualquiera se viene arriba y saca de paseo a su narcisismo, a veces con soserías y otras con histrionismos galopantes y casi siempre, si he de ser sincera, yo solo siento vergüenza ajena... en serio que yo que sé. 

Así que vengo con un elixir antiñoños, con alcohol, qué se le va a hacer, es lo que tiene el vino y sin abusar de él uno se lo puede pasar en grande. Esta sangría es de Estela, del blog La cocina de Estela y aunque no he hecho su receta al pie de la letra, en serio que es un lujazo de sangría. La he simplificado, añadiendo las frutas en trozos más grandes en plan macedonia y macerando menos la fruta. Invité a mis vecinos, quienes rápidamente sacaron las cucharas y rindieron cuentas hasta del último trocito de fruta. Eso ya me lo sabía yo, anda que no nos conocemos a estas alturas :-)
Ingredientes para una jarra de 1 litro
  • 1 manzana
  • 1 plátano
  • 1-2 melocotón o nectarina
  • 1 limón
  • Vino blanco
  • 7up
  • Unas gotas de Stevia 
  • Hielo
  • Unas grosellas congeladas (opcional)

Preparación:
  1. Corta la fruta como para hacer ensalada de frutas y la colocas en la jarra. El limón lo añades sin pelar y cortando las rodajas en cuatros trozos.
  2. Añade vino hasta la mitad de la jarra y deja enfriar una 1/2 hora en el refrigerador.
  3. Añade 7up muy frío hasta llenar la jarra.
  4. Sirve en vasos con hielo, unas grosellas congeladas y fruta al gusto.

Bollitos sin levar de quark con grosellas

agosto 02, 2025
No hace tanto, las cosas no se medían como se miden ahora. Eso hacía que viviéramos más ufanos respecto a las alarmas climáticas o medioambientales o interestelares. De alguna manera, éramos más felices sabiendo poco. Pero ahora, ¡ains! ¡pero ahora! esto es un sin vivir porque el Siglo XXI nos tiene a todos con el corazón encogido con tantos estudios, descubrimientos y experimentos científicos.

Disponemos de tecnología para hacer seguimientos y documentar tantas cosas que resulta abrumador. En el siglo pasado -y mira que cada día aprendíamos algo- había muchos temazos que los científicos imaginaban o pronosticaban pero no tenían medios para afirmar. Por eso, el veinte ha sido el siglo de las teorías, teoremas e hipótesis.

Ahora por ejemplo, sabemos que la Tierra, en tan solo 20 años, se ha inclinado 80cm y que el nivel del mar ha aumentado 0.6cm. Esto es debido a la extracción de las agua subterráneas; te lo cuento porque aunque no es relevante para este sermón, seguro que más de uno se iba a quedar con el come come del porqué -a mí me pasaría-. Decía, que ahora sabemos muchas cosas raras cómo las probabilidades de impactos de meteoritos sobre la Tierra, o que las turbulencias aéreas cada vez serán más violentas y severas.
Sabemos muchas cosas que interpretamos con los datos que ahora mismo tenemos. Dentro de cinco años, cuando sepamos más, ese saber cambiará para adaptarse más a los hechos y menos a las teorías. Porque lo cierto es que desconocemos muchísimas cosas y ese afán de ir de sabelotodos, hace que los científicos saquen papers hasta de debajo de las alfombras y dan ruedas de prensa rocambolesca anunciando avances que aún están por llegar pero que los medios de comunicación interpretan a su manera dando rienda suelta al Spielberg que todos llevamos dentro.

Esto pasa, por ejemplo, con la energía oscura. Si lo de la materia oscura es para hacerse un harakiri mental, lo de la energía oscura ya es de traca. Se la han inventado porque como no hay ninguna explicación al fenómeno de "qué está causando que el universo se expanda a un ritmo acelerado" cosa que hasta hace no demasiado se pensaba que era mucho más lento... decía, que como no tenemos ni zorra, se han inventado esta energía oscura -que no siniestra- que sería la impulsora de dicha aceleración.

Pero como una fantasía, perdón, teoría lleva a otra, ahora se preguntan "cómo funciona y qué es la energía oscura". Es de locos buscar teorías basadas en datos que recogen desde telescopios gigantescos sin un hecho creíble sobre el que partir. Si el futuro demuestra que la energía oscura no existe, pues nada: aquí paz y después gloría. Si por el contrario, se logra documentar -algo que dudo- los "gurús" que lo profetizaron pasaran a la historia y lo que menos importará es que acertaron de pura chiripa y sin un solo dato sólido con el que trabajar.
En fin, que aquí deberíamos de poner una moraleja pero a mí este afán de querer saberlo todo -y si no lo podemos probar pues no lo inventamos- me parece de locos, la verdad. Luego pasa que mezclamos las churras con las merinas y ya no sabemos en qué creer y de aquí a decir que la Tierra es plana solo hay un salto de página. Eso sí, los tierraplanistas lo tienen cada vez más crudo porque tienen que estar temblando con lo de los 80cm. de inclinación porque si las matemáticas no me fallan estamos a unos 30 ó 40 años de caernos todos por la borda en plan Titanic.

Hoy tocan estos bollitos rápidos que no tienen que levar porque se hacen con polvos químicos tipo Royal, sin misterios ni energías oscuras. Bueno, desaparecieron en un abrir y cerrar los ojos. Lo mismo algún misterio si que esconden después de todo ;-)

Ingredientes:
  • 1 huevo
  • 50gr. de azúcar
  • 250gr. de queso quark
  • 50gr. de mantequilla fría
  • vainilla
  • 250gr. de harina de espelta (yo uso parte integral)
  • Polvos de hornear tipo Royal
  • 50gr. de grosellas
  • leche para pincelar
  • azúcar glas para espolvorear

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 180ºC.
  2. Amasa todos los ingredientes juntos. Cuando tengas la masa ligada (sin amasa mucho para que queden más rústicos) añade las grosellas.
  3. Divide la masa en 10 a 12 porciones dependiendo de si los queréis más o menos grandes. Los colocas en la placa del horno y los pincelas con un poco de leche.
  4. Hornea hasta que están dorados y una vez templados, añade azúcar glas por encima. 


Gazpacho de pepino y manzana

julio 29, 2025
sabor
Del lat. sapor, -ōris.
m. Sensación que ciertos cuerpos producen en el órgano del gusto.
m. Impresión que algo produce en el ánimo.
m. Propiedad que tienen algunas cosas de parecerse a otras con que se las compara. Un poema de sabor clásico.
m. Cada una de las cuentas redondas y prolongadas que se ponen en el freno, junto al bocado, para refrescar la boca del caballo. U. m. en pl.
m. desus. Deseo o voluntad de algo.
Olivia y Jaime empezaron a quedar casi a diario. Él no era muy dado a construir castillos en el aire pero esta vez su imaginación volaba alrededor de esta mujer medio marciana preocupada hasta el infinito en que bebiera al menos un par de eisrooibos con flor de Jamaica al día. Tan atontado estaba enredado en el ámbar de sus ojos que no se había percatado de las cavilaciones de ella, quien se empleaba en cuerpo y alma en la búsqueda del elixir definitivo que eliminara por completo el mal sabor que le producían los hombres en general y Jaime en particular, porque a pesar de no resultarle tan amargo y agriado como los demás -gracias al rooibos y a la flor de Jamaica- el regustillo que sentía en su paladar después de cada beso, seguía sin desprender las dulces sensaciones que ella tanto ansiaba.

Su cocina se había convertido en un laboratorio de sabores en busca del umami, rotundo e irrevocable, ese que debía neutralizar el desagradable regustillo que su misteriosa androfobia atacaba a su paladar cada vez que besaba a un varón. Tuvo que conocer a Jaime para alimentar no solo la ilusión de construir un amor inmenso a su alrededor sino además, para sentir una esperanza infinita -al fin- de saber que con un poco de dedicación y esfuerzo lograría carbonizar definitivamente esa androfobia para la que no existía cura.
Y es que había algo definitivo en Jaime, algo que le hacía completamente especial porque, como las fobias no son en absoluto sencillas de abordar, ese mismo sabor que ella sentía al besar, lo sentían los caballeros al probar sus ricos platos que eran puro deleite para las señoras. Menos para Jaime, que le sabían a gloria. Disfrutaba a rabiar de los platos de Olivia con tanto embeleso que ella se derretía de puro gusto. 

No había más remedio que seguir experimentando con más viandas: sopas, pucheros, guisos, arroces, flanes, bizcochos... probó y probó y Jaime saboreó y saboreó pero el chasquido de los besos seguían sin saber a lo que tenían que saber hasta que llegó el día que la huerta empezó a dar sus frutos.

Ese año todo había llegado retrasado. Había llovido mucho inesperadamente y eso hizo que los tomates se retrasaran, las cebollas se hincharan y los pepinos maduraron pequeños y rechonchos hinchados de agua y semillas. Aún así, no se amilanó. Preparó un fresquito y delicioso gazpacho de pepino y manzana y, aunque dudó al hacerlo, se decantó por no ponerle ajo por aquello de no perder el aliento. El bueno. 

No se sabe si fueron los pepinos despepitados, o el yogur griego o la manzana. O todo junto. Pero a Jaime el gazpacho le supo a gloria y a ella, él. Se lo comió a besos y ya no hubo más amargores ni indigestiones ni reflujos ni vómitos. Nunca supo si el sortilegio se había producido solo en Jaime o también se extendió al resto de los hombres porque ella no sintió jamás ganas de besar a ningún otro Jaime, Manuel o Fernando. 

Fin. (No hay gazpacho de pepino sin final feliz)
Ingredientes:
  • Un par de pepinos pelados de calibre estándar
  • 1 manzana a tu gusto
  • Un trocito de cebolla dulce para ensaladas
  • Una tacita de yogur griego
  • unas hojas de menta o hierbabuena
  • sal y pimienta
  • vinagre de vino (del bueno)
  • aceite de oliva (de bueno)

Preparación:
  1. Pon todos los ingredientes en la batidora y bate y bate hasta que quede el gazpacho fino y cremoso. Rectifica de sal y vinagre a tu gusto.
  2. Deja que enfríe antes de servir.

Pastel integral requete jugoso de grosellas

julio 26, 2025
Acabo de enterarme que hay unas cositas llamadas baños de bosques o terapia forestal que consiste en pasar tiempo en un bosque o entorno natural, lejos del mundanal ruido con el fin de dejarte llevar por actividades sensoriales donde un guía especializado hará que conectes con la madre natura y así obtener beneficios para tu salud como  bajar el estrés,  mejorar el ánimo, tu capacidad de concentración y creatividad, en fin, todo cosas buenas bajo un módico pago a tu guía de unos 30€ por persona y un par de horas de paseo por el campo.

Yo, qué quieres si soy de otra generación -no soy Baby Boomer por los pelos- y en mi rígida mentalidad de clase media española mi contacto con la naturaleza consiste en hacer excursiones que incluyen caminata y merienda, algunas veces con suerte, incluían también baño en un río o embalse en aquellos viejunos años donde uno podía bañarse y comer sandía con júbilo y alegría. A la vuelta de la excursión -española o austriaca que para esto no hay nacionalidad- siempre se llega al hogar hambriento por lo que se vuelve primordial dejar un dulce listo para ser despachado sin remilgos.
A mí hay modernidades que se me escapan y no por falta de mentalidad abierta sino por decencia social. Me explico: todas estas terapias del bienestar están diseñadas para hurgar en la brecha social que como siempre ha sido, se construye a partir de lo económico. Ya Manolito gafotas, en sus tiempos, se sentía afortunado de ser del barrio de Carabanchel porque a él las collejas de su madre no le hacían efecto pero había oído hablar, que en los barrios finos de Madrid, por mucho menos los niños tenían que ir al psicólogo. Pues eso.

Es esa cultura del supuesto bienestar basado en la capacidad de gastar cuanto más mejor en pseudoterapias para mejorar la salud mental, convertirnos en seres de luz y poner distancia a la mediocridad ambiental de quien llega a duras penas a fin de mes en medio de ese discurso tan macabramente extendido en redes que afirma que quien no triunfa es por débil y cobarde.
Tan absurdo se está volviendo todo, que la gente se broncea el ano, toma baños en cámaras de nitrógeno líquido, se biodecodifica familiarmente para curarse enfermedades o se inyecta plasma de jovenzuelos para retrasar el envejecimiento. Y nada de esto es barato. y a saber cuantas barbaridades más están haciendo a golpe de talón que desconocemos.

En fin, que conmigo no cuenten porque yo no voy a pagar por ninguna de estas tontadas y si eso me ancla en ser una modesta y poco glamurosa señora de provincias pues que así sea. Que no me voy a despeinar, así te lo digo. Que yo no pago por descubrir esos senderos certificados que supuestamente esconcen la panacea del bienestar. Yo me conformo con seguir los senderos oficiales que el estado tiene a bien señalizarlos para evitar perdernos. Me conformo con un día de excursión en familia, de ejercicio sanote y reponer las calorías perdidas con un buen trozo de pastel.
Ingredientes:

  • 100gr. harina integral (he usado espelta)
  • 50gr. de harina de almendra (o molida)
  • 1 cdta. de polvos de hornear
  • 40gr. de azúcar de abedul (xilit)
  • 35gr. de azúcar de coco o panela
  • vainilla
  • 65gr. de mantequilla fría
  • 350-400gr. de grosellas
  • 200gr. de creme fraiche
  • 4 huevos
  • 100gr. de azúcar
  • vainilla
  • ralladura de limón

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 180ºC.
  2. En un bol, mezcla con las manos las harinas, los polvos, los azúcares, la vainilla y la mantequilla.
  3. En un molde previamente engrasado, recúbrelo con esta masa. Reserva.
  4. En otro bol, mezcla con ayuda de unas varillas, la creme fraiche, los huevos, el azúcar, la vainilla y la ralladura de limón. Añade este líquido sobre el molde. Termina añadiendo las grosellas.
  5. Hornea hasta que veas que el pastel está dorado y bien cuajado. Si lo ves necesario, baja la temperatura a 160ºC y cubre con papel de aluminio. Enfría y espolvorea con azúcar glas.

Scones integrales con queso y tomate

julio 23, 2025
trauma
Del gr. τραῦμα traûma 'herida'.
m. Choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente.
m. Med. Lesión duradera producida por un agente mecánico, generalmente externo.
Todos tenemos traumas, nadie se libra. Es verdad que hay gente que se los inventa o los absorbe de los demás... en esto no entro que es territorio psiquiatra. Traumas a ciertas comidas, animales, cosas, miedos que parece que nunca se superan por mucho que el raciocinio los quiera liberar. 

Son hechos y experiencias que nuestra mente no puede afrontar así que los empaqueta y los trata de esconder pero los muy canallas son recurrentes, bien en sueños, escondidos en recuerdos y cosas así. 
A veces son nítidos y preclaros, los sabemos situar en el tiempo y en lugares concretos. Otras veces no. Están ahí y no sabemos si son nuestros o solo hemos sido espectadores involuntarios de sucesos externos. Y ¿por qué tenemos tantos?

Desconozco la respuesta y aunque no tengo datos al respecto creo que no hay hijo de vecino que se libre de estos visitantes. Pero los traumas no son infalibles ni nos pican a todos por igual. Un grupo de personas es sometida a una movida requete chunga y por lo que sea, unos se quedan traumados y otros siguen con su vida tan panchos. Han experienciado lo mismo pero cada cerebrito lo rumia a su manera resultando que algunas almas entran en bucle con su drama emocional y otras en cambio, optan por pasar página y seguir con lo suyo.

Y es que, la raza humana ha sobrevivido entre otras cosas por su adaptación a lo adverso y los que están estudia'os en estos temas hablan del fenómenos cerebral del "lucha, escape o bloqueo". Además, para que el culebrón sea aún más interesante, nuestro cerebro, que dispone de un sistema de castigos y recompensas un poco retorcido, ante el recuerdo de un trauma hace que algunos lo gestionemos con gratificaciones y otros con escarmientos.
En fin, que cada uno somos de nuestra madre y de nuestro padre. Reaccionamos de manera diferente y afrontamos también muy distinto. Los especialistas recomiendan que hablemos de nuestros marrones con familiares y amigos, gente vitamina a ser posible porque si te desahogas con un Don angustias no creo que eso haga bien. Recomiendan hacer meditación, actividades sanas y creativas, ponernos pequeñas metas y saborear los logros, etc. etc. Y solo cuando el mal nos come, acudir a un especialista que nos ayude a metabolizarlo, destruirlo o cuando menos, aprender a vivir con él sin que nos devore.

Pero esta última medida es solo para gente con pudientes, porque al psicólogo hay que pagarlo cada cual de su bolsillo y por lo que sea, luego cuesta mucho soltarlo y vivir sin él, así que o dispones de ahorrillos o el roto económico puede ser de trauma. 
Ingredientes:
  • 150gr. de harina integral 
  • 75gr. de almendra molida
  • 75gr. de semillas variadas
  • 40gr. de queso parmesano rallado
  • 2 cdtas. de polvos de hornear
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 70gr. de mantequilla fría
  • 100ml. de suero de mantequilla o yogur
  • ajo y cebolla en polvo
  • un poco de albahaca o perejil picado (fresco)
  • 2-3 tomates secos muy picados

Preparación:
  1. Precalienta el horno a 220ºC.
  2. En un bol, pon el harina, la almendra, las semillas, el queso, los polvos de hornear, la sal, la mantequilla y el suero y lo mezclas con las manos hasta ligarlo en una masa rústica (no tiene que quedar lisa).
  3. Añade el ajo, la cebolla, el perejil y los tomates muy picados y lo ligas a la masa. Si se pega a la encimara, añade harina por encima hasta que formes un circulo de unos 2-3 cm. de grosor. Córtalo en 12 triángulos.
  4. Pon las piezas en una fuente de horno con papel y pincela la superficie con un poco de yogur diluido en agua y decora con un poquito de semillas. Hornea hasta que tengan un bonito color dorado.

ME APETECE

 
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